Europa y su estado de bienestar están bajo la amenaza de una terrible combinación: deuda en exceso y crecimiento escaso. Esta combinación hace que las finanzas públicas de varios países europeos no sean viables tal como están. Estos países no pueden ser tan generosos con sus pensiones, sueldos públicos, o subsidios. Si siguen ese camino, el mercado de deuda soberana no sólo les subirá las tasas de interés sino que les cerrará las puertas. Tal como les ha pasado tantas veces a los países latinoamericanos incluyendo el Perú. Acto seguido venía la crisis cambiaria, la bancaria y la recesión. No digo que todo eso vendrá mañana, pero sí algo de eso vendrá mañana.
La mejor manera de reflejar la mala situación de Europa es recordar que el euro se ha depreciado en el último medio año en 20%. Las perspectivas de un pobre nivel de crecimiento sumadas a la certeza de un masivo ajuste fiscal por el que tendrán que pasar dichas economías llevan a los sistemas financieros a tambalear. Sin duda la morosidad irá en aumento junto con las tasas de desempleo y la parálisis de inversión. Además, los bancos –expuestos a la montaña de deuda soberana europea- tendrán que añadir a sus previsiones no sólo el impacto de la mayor morosidad sino la posibilidad de que la crisis fiscal se resuelva aceptando de manera más obligatoria que voluntaria un recorte al verdadero valor de dichas obligaciones. Lo cierto es que un grupo de bancos está bajo la amenaza de afrontar grandes pérdidas en un momento en que la falta de crecimiento profundiza el problema. Y para bancos en problema no quedan muchos caminos que no sea la fusión, dejarlos quebrar o nacionalizarlos.
Los ministros de finanzas europeos siguen sin aceptar la verdadera dimensión del ajuste requerido y creen que estableciendo un sistema de mayores penalidades para quienes no cumplan con tener déficit fiscales menores al 3% del PBI será suficiente. La historia del propio euro muestra que esas penalidades no son amenaza suficiente como para promover prudencia fiscal entre sus miembros. Francia y Alemania por tres años seguidos violaron este acuerdo sin mayor problema. Si Europa no encuentra como crecer, tendremos este escenario cada vez como más probable. El valor de tener una moneda común se pierde cuando lo único que hay en común es un futuro sombrío.
Publicado en El Comercio 26 de mayo de 2010