Saturday, March 23, 2013

Chipre: Escoge tu veneno


A lo largo de la historia los países han resuelto sus problemas de exceso de endeudamiento con algún tipo de incumplimiento de sus deudas. De ese modo se resuelve casi aritméticamente el problema. No siempre es tan fácil como suena porque se tiene que elegir a quien se le administra el veneno, es decir, a quien no se le paga. Lo más usual es que se haga por la vía de mayor inflación. La ventaja de esta alternativa es que la inflación es un impuesto que no se legisla. Mayormente los afectados terminan siendo quienes viven en el país. 
Otra opción es concretar un recorte sobre el valor de la deuda del país. Esto típicamente es complejo porque nadie de buena gana aceptará que le pagan menos por su dinero. No hay formas ordenadas de hacer esto y estas restructuraciones siempre resultan un largo y costoso proceso de negociación. Por ello, es que muchos autores sugieren que los contratos de deuda incluyan cláusulas explícitas donde se anticipe un mecanismo de restructuración si es que alguna contingencia muy mala ocurre en el país.  Estas son las llamadas cláusulas de acción colectiva que permiten que múltiples acreedores estén forzados a ponerse de acuerdo ante un incumplimiento de pagos. Esto actúa como un seguro para el país y para los acreedores pues se establece de antemano como se resolverá la disputa y se evita soluciones arbitrarias como la impuesta por Argentina bajo el presidente Nestor Kirchner. 
En el caso de Chipre, miembro de la Unión Europea,  se ha buscado que el fondo necesario para estabilizar la economía no sólo provenga del mecanismo que tiene el Banco Central Europeo sino que una (tercera) parte del paquete sea provenga de un impuesto a los depósitos bancarios de alrededor del 15 por ciento. La racionalidad de esto es que estos depositantes se han beneficiado de retornos por encima de lo normal al tener en sus balances deuda griega. Las tasas de interés que ofrecían los bancos griegos eran mucho más altas que el resto de bancos de región y eso indicaba que eran más riesgosos.  La salida era vista con buenos ojos por muchos porque 40 por ciento de los dueños de esos depósitos eran rusos que no están pagando nada del costo del ajuste europeo. Sin embargo, la medida fue tan mal diseñada que también incluía a los depositantes con montos menores. Tal como era de esperarse el Parlamento chipriota rechazó esta semana imponer una expropiación pura y dura sobre los depositantes.  Los parlamentos se crearon para evitar que los gobiernos crearan impuestos de naturaleza expropiatoria como el que se propuso.
La pretendida solución ahora traerá nuevos problemas y mayor necesidad de financiamiento pues tras el largo feriado bancario los depositantes preferirán esperar con su plata en la mano y no con la angustia que la nueva solución incluya parte de sus ahorros en el sistema financiero. Chipre tiene un sistema financiero que es enorme para su economía (7 veces su PBI y no 0.4 como en Perú). Mientras más se prolongue el problema mayores serán las necesidades de financiamiento, mayor el riesgo de una estampida de depósitos y de un colapso del sistema de pagos. ¿Se imagina una semana sin bancos?  Las alianzas se rompen en los eslabones más débiles de la cadena: hoy ese es Chipre. Este error puede ser muy caro para el futuro del Euro.

Publicado en El Comercio, Marzo 23, 2013

Saturday, March 09, 2013

¿Importa lo que uno exporta?


A fines del año pasado dos investigadores del Banco Mundial, Maloney y Lederman, publicaron un libro muy valioso para nuestros países pues responde a una pregunta crucial para el diseño de políticas industriales: ¿importa lo que uno exporta?
Este es un tema complejo pues existe una visión bipolar sobre el tema. Unos sugieren que lo único que deben hacer los gobiernos es enfocarse en políticas de tipo horizontal. Es decir, políticas sin pensar en un sector en particular, sino para toda la economía en su conjunto. Por ejemplo, mejoras en infraestructura.  En la otra esquina están quienes sugieren que los gobiernos deben hacer apuestas por algún sector específico, esté o no desarrollado. Uno puede pensar en un sector que de repente uno sueña que podría ser un boom mundial, digamos la quinua, ahora que está de moda.
Lo cierto es que el apuro por tener políticas industriales típicamente aparece en países con muchos recursos naturales pues pareciera el remedio para quienes sienten que exportar minerales en bruto nos condena al subdesarrollo. Para este grupo, se requiere poner recursos públicos detrás de políticas industriales activas pues de otro modo las fuerzas del mercado no logran superar  esta potencial vulnerabilidad.
Los autores hacen un énfasis muy especial en que lo que realmente importa no es qué bienes se producen sino cómo se producen estos bienes.  Pensemos en que uno quisiera que en el país se produzcan bienes manufacturados de alta tecnología, digamos tabletas electrónicas que hoy están de toda moda. El Estado puede subsidiar esta actividad para que en efecto se establezcan plantas ensambladoras. ¿Eso era lo que realmente queríamos? Claramente no. Cuando uno busca que se produzca ese tipo de bienes es porque confía en que el beneficio de tener ingenieros pensando en cómo desarrollar esos  productos permitirá producir otras cosas similares que también tienen alto valor agregado. Sin embargo, cómo llegamos al objetivo de producir esos bienes importa muchísimo. Este tipo de atajos nos conducen a situaciones no deseables.  
Por más que algunos señalen que la explotación de los recursos naturales genera problemas de administración de esa riqueza, o puedan ser una fuente de corrupción, igual deben ser explotados por aquellos países que los tienen. No tiene sentido dejar de hacerlo porque resulta complejo enfrentar los problemas que pueden venir asociados a su explotación. Hay que concentrarse en mitigar esos problemas y la mayor volatilidad macroeconómica que puede venir por tener un único motor de crecimiento o de atracción de capitales. Los autores no encuentran evidencia de una maldición de recursos en el sentido que afecte de manera significativa al desarrollo del resto de sectores.
Asimismo, los autores concluyen que sigue siendo una mejor alternativa que el Estado promueva políticas de tipo más horizontal (para todos los sectores por igual) que aquellas que exigen  escoger un sector específico.  
Finalmente, los autores sugieren que los gobiernos tienen un rol grande en estas tareas. Es mejor que no dediquen su esfuerzo en escoger bienes o tareas ganadoras. Pero es indispensable que estén ocupados en la provisión de infraestructura, estableciendo redes comerciales, así como la acumulación de talento humano. 

Publicado en Marzo 9, 2013