Dentro de todo el arsenal de políticas que tiene un Estado para comerciar con otras economías hay uno de ellos, las salvaguardias, que se utilizan cuando desde esa otra economía se importan bienes que pueden afectar gravemente algún sector productivo nacional. Aquí la palabra clave es gravemente. El país debe poder probar ante el resto del mundo que existe el daño grave. Si no fuera así este mecanismo se utilizaría de manera masiva con la excusa de que está generando daño y sencillamente sería un serio obstáculo a que los países comercien entre sí.
En el Perú se aprobó -bajo esta justificación- la aplicación de salvaguardias para 20 tipos de bienes importados ligados al sector de confecciones. El Indecopi quien es el llamado a probar técnicamente la existencia de este daño grave ha mostrado exactamente todo lo contrario. En su informe se puede encontrar que la producción de confecciones subió, que el sector ha aumentado su demanda por electricidad, que el empleo en las micro y pequeñas empresas mejoró.
Es más el propio Indecopi le pidió al Ministerio de la Producción generar la información necesaria para un mejor análisis del problema. Los resultados del censo del ministerio muestran que entre el 2003 y el 2000 la producción creció 20 por ciento, las ventas aumentaron 12 por ciento, el nivel de ingresos aumentó en 18 por ciento. Finalmente el empleo, medido por el número de trabajadores aumentó en 42 por ciento. Es decir, si eso es daño grave que nos sigan pegando.
Lo que muestra la data del ministerio es que ha habido un comportamiento desigual entre las ventas al mercado interno y al mercado externo. Mientras las primeras aumentaron 3 por ciento las ventas al exterior aumentaron 23 por ciento. Parte de esto es totalmente explicable porque en la salida de la recesión la demanda interna demoró en recuperarse. Parte de esto también se debe a que probablemente el segundo sea un mercado mucho más rentable y es parte de una decisión de la empresa que opta por vender en mayor medida al extranjero no como una estrategia de supervivencia sino como una estrategia de aumentar sus márgenes de operación. El efecto del ATPDEA está reflejado en estas cifras así como en el creciente número de empresas de confecciones dedicadas a la exportación.
Del otro lado del análisis está cuanto nos ha costado imponer salvaguardias cuando no teníamos razones para hacerlo. Nos hemos enfrentado a China mientras otros países vecinos han aprovechado para consolidar sus lazos comerciales. El que la economía china sea el principal motor de crecimiento de la economía mundial en los últimos años por lo visto no importa. En este mundo globalizado la estrategia de integración es clave y pisarle los uñeros a la economía más dinámica del mundo sin ninguna justificación parece el peor error que uno podría cometer. Esperemos que los números ahora hablen más fuerte que los políticos.
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