Thursday, July 07, 2005

El mercado de votos

Imagínese que usted finalmente decidió entrar en política. Es más, después de muchas o pocas consultas con su almohada ha aceptado tentar un puesto en el Congreso. Una de sus primeras preocupaciones será: ¿y quién podría estar interesado en votar por mí? Frente a esta pregunta, alguien le podría decir “busca concentrar tus votos concentrando tus opiniones sobre un tema en particular”. Para que esta estrategia tenga sentido lo ideal sería que dicho tema sea del interés de muchas personas; mientras más, mejor.

Creo que es obvio que nadie puede pensar en ganar una elección, o siquiera sobresalir entre los más de 2400 potenciales candidatos al Congreso, si es que su tema de campaña es tan acotado como el potencial efecto contra el ambiente del humo de aquellos que fuman pipa. Lo lógico será extender esto a cualquier cosa que produzca humo: autos, cigarros, fábricas, etc.

Siguiendo en esa línea, no debería ser sorpresa para nadie que nuestro potencial candidato al Congreso opte por uno de esos temas que llamamos de “interés público”. Insisto, y mientras más público interesado mejor. En ese grupo entran el SOAT, las comisiones de los bancos y AFP, el costo del teléfono, el precio del gas, el precio de la electricidad.

Los que por el momento sólo son candidatos se contentarán con decir que son carísimos y que es una barbaridad que nadie haga nada y que ustedes resolverán esto apenas sean electos y hayan remodelado su nueva oficina en el Congreso. Los que ya tienen oficina remodelada en el Congreso tendrán un discurso parecido pero estarán en pantallas y radios prometiendo que ellos lograrán poner las cosas (es decir, los precios) en su lugar. No importa que esto vaya en contra de las instituciones que supuestamente se crearon para este fin o que estemos a un paso de fijar arbitrariamente los precios. Tampoco importa que eso les quite tiempo para sus otras actividades de legislador y ahora ya no sepan que es lo que estaban votando en la última sesión del pleno. Total, ganarse los votos de la próxima elección bien vale dejar que los corruptos de ayer salgan libre. ¿A no ser que a un grupo grande de votantes le importe la corrupción más que el precio del balón de gas, no?

Déjenme hacerles una pregunta a todos ustedes. ¿Cuál es la mejor respuesta de alguien que maneja una de estas empresas que será amenazada por este tipo de campaña política? Las opciones son: (a) jugar al muertito y esperar el golpe para ver que hacer, (b) reducir sus precios unilateralmente antes que la campaña se caliente más con la esperanza que nadie reclame mayores reducciones, (c) estar dispuesto a revisar sus precios concertadamente con la clase política de modo de hacerlo una sola vez y no dos veces, (d) adoptar una postura totalmente intransigente, (e) confiar que las instituciones que se crearon para estos fines reaccionen y reclamen que sus atribuciones están siendo atropelladas por un montón de gente que lo único que quieren es maximizar la probabilidad de seguir teniendo una curul en Plaza Bolívar o estrenar una nueva oficina en el Jr. Junín.

Publicado en El Comercio, Julio 7, 2005

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