Aun recuerdo cuando hace 20 años me ofrecieron mi primer empleo. La sensación fue inolvidable porque alguien creía que valía la pena usar su dinero por lo que yo podía ofrecer. Ese ofrecimiento venía de una necesidad genuina de que alguien hiciera bien una lista de tareas definidas y que pudiera colaborar en otra larga lista de tareas no definidas. Lo que está detrás de cada empleo es que hay alguien dispuesto a pagar de su plata por lo que uno puede ofrecer. Típicamente nuestra remuneración estará en función de cuánto podemos aportar a la compañía en la que uno trabaja. Obviamente también hay un elemento de responsabilidad que es tomado en cuenta a la hora de fijar dicha remuneración.
Esta semana y como parte de la campaña el electoral han resucitado el PAIT. Para aquellos que no reconocen estas siglas de inmediato me refiero al Programa de Apoyo al Ingreso Temporal que funcionó entre 1985 y 1990. Este programa se planteó como una salida temporal a un problema que en algunos casos no es temporal. Es decir, mucha gente no encuentra esa empresa dispuesta a contratarlo por un monto que nosotros estemos dispuestos a aceptar. Esta situación es una de las principales motivaciones para que una gran cantidad de peruanos opten por migrar y buscar esa empresa en otro país.
A mucha gente le parece pésimo esto y a mi no tanto. En un mundo verdaderamente globalizado las empresas que buscan nuestros servicios no tienen porqué limitarse a las que operan en el país en el que uno nació. Es más, uno debería tener la libertad (que hoy no existe) de buscar ese empleo que no encuentra en su país.
El problema de soluciones como la del PAIT es que se pretende “crear” empleo utilizando recursos públicos para eso. Para que no se vea como que el Estado está regalando plata se les pide a esas personas a que hagan algo aparentemente productivo. Ustedes recordarán las imágenes de filas de personas limpiando los bordes de las carreteras o construyendo pequeños caminos. Lo curioso de esto es que por alguna razón antes de la aparición de este programa ( PAIT) nadie estaba dispuesto a pagar por eso. ¿Por qué creen que pasaba eso? Porque la gente no es solidaria o porque para nadie era negocio.
¡Cómo les cuesta a nuestros políticos entender que el empleo que supuestamente se “crea” con fondos públicos es un mal negocio para los peruanos! Esos fondos se dejan de gastar en cosas más productivas. Esos fondos se obtienen poniendo impuestos tan altos que hacen más difícil mantener en la formalidad a una pequeña empresa. Esos fondos nunca serán suficientes para resolver significativamente el problema que intentan resolver. Es muy fácil que estos programas se conviertan en herramientas politizadas de acción social. Pasó con el PAIT del APRA y pasó con Fujimori y FONCODES. Aprendamos de nuestros errores. El gobierno debe buscar que las empresas creen empleo. Ese es empleo genuino, alguien dispuesto a pagar con su propia plata a alguien por realizar una tarea. Lo otro es un ejemplo más de la falsa solidaridad de la que hablaba la semana anterior.
Publicado en El Comercio, Marzo 9, 2006
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