Thursday, March 23, 2006

Topes a las tasas de interés

Si yo le ofreciera a usted que en vez de pagar 12 por ciento por su crédito hipotecario va a pagar 10 por ciento inmediatamente usted me preguntará donde firmamos. Obviamente todos nosotros quisiéramos que algo así nos pase. El problema es que eso no es lo que en realidad se nos ofrece. El equipo económico del candidato que va primero en las encuestas ha ofrecido ponerle topes a las tasas de interés. Parece lo mismo, pero no es lo mismo. Es decir, los topes a las tasas es la típica regulación de aquellos gobiernos que se preocupan frente a tasas de interés muy altas. Según su razonamiento, se necesita mano dura contra los “abusivos” y se debe obligar a que ninguna institución financiera pueda cobrar más de una cierta tasa fijada por el gobierno. En su lógica cualquier tasa más allá de esos límites o topes es usurera y no debe permitirse. Dicho esto en una plaza sin duda arranca aplausos rabiosos de la platea.

Lo que no se dice porque eso ya no trae aplausos es que en ese análisis no se toma en cuenta ni quien es el que está prestando ni quien es el que está tomando prestado. Para estos caballeros no importa si el que otorga el crédito es un banco, una caja municipal, una Edpyme o lo que fuera. Y tampoco importa si el que recibe el crédito es usted, yo, una empresa formal, informal, o lo que fuera. Es como si asumiéramos que todas estas entidades financieras y que todas las empresas o personas fueran iguales entre si. Pero usted y yo sabemos que eso no es así.

Mientras algunas entidades financieras obtienen sus recursos de manera más cara otras lo hacen de modo más económico. Mientras unas atienden a empresas mucho más riesgosas otras van por las más seguras. Insisto con algo que ya alguna vez dije. Nadie le está poniendo una pistola en la sien a estas empresas o personas que toman créditos aparentemente caros para nosotros. Puede ser que haya muchas personas que no entiendan que si toman un crédito a tasas de 50 por ciento anual más vale que tengan con qué pagarlo a tiempo porque la deuda crecerá exponencialmente si no se cancela. A veces pareciera que no se entiende que estas transacciones son voluntarias y por lo tanto mutuamente beneficiosas. La entidad financiera y la persona (o empresa) ambos corren el riesgo de las cosas no resulten. Al mismo tiempo, ambos apuestan por un resultado positivo.

Si se ponen topes a las tasas de interés la respuesta de todas las entidades financieras incluyendo a aquellas que hoy entregan el primer crédito de sus vidas a las microempresas será dejar de hacerlo. ¿Quién será el único que le ofrecerá crédito al dueño de esa bodega que quiere aumentar en 50 por ciento sus compras de arroz y azúcar cuando impongan los topes? Será un prestamista informal quien sin duda alguna le cobrará una tasa mayor al tope supuestamente impuesto por el gobierno que se preocupa por los pobres. En ese sentido, si los topes a las tasas de interés no terminarán limitando el costo de las deudas de los empresarios emergentes sino que estos topes serán un freno al desarrollo de una sana bancarización. A veces los gobiernos pecan de entusiastas y en el camino hacen más daño a los supuestos beneficiarios.

Publicado en El Comercio, Marzo 23, 2006

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