Esta semana lo que más me llamó la atención han sido las enérgicas críticas del Presidente que han terminado en la renuncia del Director Ejecutivo de ProInversión. La excusa de turno fue que la población de Puno se quejaba amargamente que una vez más se postergaba la carretera interoceánica sur.
Por un lado, me alegró mucho que algún pueblo por fin proteste porque no lo dejan progresar a través de contar con un mayor acceso a los mercados y a la posibilidad de mejorar su competitividad gracias a una mejora sustantiva en su infraestructura. Por otro lado, la reacción presidencial de quitarle la confianza a un funcionario que depende de 8 ministros y al presidente de OSITRAN a quien nunca se la dio me hizo recordar uno de mis cuentos infantiles favoritos. En Alicia en el país de las maravillas, la reina de corazones no tenía mejor forma de resolver cualquier conflicto que sentenciando a viva voz “¡que le corten la cabeza!”. Y quien se atreviese a disputar su criterio y determinación también sería penalizado con el mismo castigo al instante. La reina de corazones no entendía razones ni acepta explicaciones, es más, ni las buscaba.
No se si recordarán pero uno de los pasatiempos favoritos de la reina era jugar al croquet, juego que consiste en pasar unas pelotas de madera por en medio de unos pequeños arcos de metal clavados en el suelo golpeándolos con unos palos de madera. El problema es que en la novela de Lewis Carroll, la reina se exaspera pues en su juego las pelotas son unos escurridizos erizos que no se dejan golpear. En lugar de palos, la reina juega con flamencos que no están precisamente muy encantados con la idea de golpear una pelota con su cabeza. Ante tanto problema en el juego la reina resuelve que sean sus soldados, los naipes, los que hagan de arcos. De ese modo, no importa que los erizos o los flamencos no cooperen. Para eso están sus incondicionales soldados quienes deberán moverse o sufrir el castigo sumario: “que le corten la cabeza”. Así cualquiera coopera, ¿no?
Sin embargo, lo más lógico sería preocuparse por entender por qué es que no se puede jugar apropiadamente al croquet y no cortar cabezas hasta quedarse sin jugadores. ¿Por qué es mejor cambiar los instrumentos del juego en lugar de amenazar con cortarle la cabeza a quien se ponga en la oposición indolente?
¿Por qué ninguno de los ministros que participa de ProInversión salió en defensa de René Cornejo? ¿Temía que su cabeza fuera la que rodase en lugar de la del Director Ejecutivo de ProInversión? La rápida renuncia de Cornejo le ha facilitado la vida al Presidente de OSITRAN quien ahora puede permanecer en silencio mientras al Presidente García alguien le explica que en realidad otras eran las cabezas que debía haber reclamado.
No quiero cerrar esta columna reconociendo públicamente mi aprecio por la destacada labor de la Ministra Araoz quien junto al equipo del Mincetur han logrado sacar adelante el Tratado de Libre Comercio con EEUU. Para ella y su equipo vayan los aplausos del caso. Me encantaría que hoy jueves la tapa de este diario informase sobre la aprobación del protocolo de enmiendas por parte de nuestro Congreso. A seguir abriendo puertas de oportunidad y prosperidad para todos los peruanos.
Publicado en El Comercio, Junio 28, 2007
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