Thursday, August 23, 2007

Fragilidad

La semana pasada la tierra tembló. Ciertamente más de lo que muchos recordaban haber vivido, más incluso de lo que recordaban que podía hacerlo. La semana pasada tres ciudades emblemáticas del Perú quedaron para volver a dibujarlas desde cero. El terremoto no dejó piedra sobre piedra en Pisco y a Chincha e Ica la catástrofe fue tan solo algo menos severa. El terremoto dejó desnudas nuestras carencias y también revivió nuestras fortalezas como sociedad. Para muchos será una excelente oportunidad de sentirse útil con su comunidad, ya sea que haya donado mucho o que simplemente haya ayudado a armar los paquetes para llevarlos a la zona del desastre.

Estos eventos extremos, como lo es sin duda un terremoto, nos recuerdan nuestra fragilidad en muchos sentidos. Para empezar como personas, pues la vida la podemos perder incluso rezando por la de aquellos que amamos que la habían perdido. Podemos perder buena parte de nuestra familia, la cual creíamos tener hasta el instante previo. También se puede perder la casa, escenario de mil recuerdos, de mil disputas, y seguro de otras tantas reconciliaciones. Se puede perder el negocio que marcó nuestra cara y nuestras cabelleras con arrugas y canas, respectivamente.

Las personas pretendemos tratar de protegernos frente a estos eventos extremos pero lo cierto es que poco se puede hacer para lograrlo. El mercado nos ofrece la posibilidad de asegurar nuestras vidas, la de nuestras familias, también podemos asegurar nuestra casa y nuestro negocio. Todos son intentos porque el daño irreversible sea en parte reparable. Nada hará que la pérdida de nuestros seres queridos sea compensada. Y aunque en mucho menor medida, tampoco nos será fácil aceptar que nuestra casa ya no es la misma o repensar si debemos o no reconstruir lo que fue nuestro negocio.

En el Perú el segmento protegido ante estos eventos extremos es mínimo y es por eso que hace falta tanto esfuerzo solidario para paliar ese enorme hueco en la red de protección social. Hoy no quiero criticar lo que se hace o no se hace desde uno u otro sector. Lo cierto es que estos eventos extremos están y estarán presentes en muchas formas en nuestra vida cotidiana, estemos o no conscientes de ello. Esta vez es un terremoto, la próxima será un huayco, o cualquier accidente. No interesa la magnitud social sino el impacto masivo en un individuo.

En verdad creo que el mayor esfuerzo de reconstrucción debería hacerse por el lado de proveer de casas de calidad a los damnificados y de reconstruir rápidamente la infraestructura dañada incluyendo la reposición total del servicio eléctrico. El resto de la recuperación se irá dando en el marco de esa fragilidad que encierra la vida misma. Nunca sabremos si lo que ayer construimos con tanto esfuerzo estará mañana. Pero, siempre tendremos en nuestro interior la paz de haber actuado como debimos con los que siempre serán nuestros hermanos. Hoy nuestras oraciones están con todos ellos.

Publicado Agosto 23, 2007 en El Comercio

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