Thursday, November 29, 2007

Tejiendo un país más justo y próspero

El presidente García muy lejos de los balconazos de su primer mandato ha planteado a través de este diario una serie de reformas que buscan resolver lo que el denomina el síndrome del perro del hortelano. En palabras muy simples el problema planteado por el presidente es que en el Perú hay una larga lista de recursos que no se pueden explotar. Las razones de dicha situación mayoritariamente están teñidas de ideología más que de razón y en varios casos el perro del hortelano es el propio Estado que impone una maraña de trabas burocráticas que hacen imposible el desarrollo.

Me parece no sólo interesante sino importante que el Presidente se embarque en este ejercicio de diálogo abierto poniendo en blanco y negro sus ideas y prioridades. Creo que es urgente ejercer un liderazgo eficaz en varios de los temas señalados y en ese sentido hay que aplaudir el esfuerzo presidencial.

No obstante lo anterior, creo que la gran tarea pendiente de este gobierno es reducir significativamente el número de familias peruanas que viven en situación de pobreza y pobreza extrema. Eso tiene primera prioridad por encima de muchos de los temas señalados. Creo necesario insistir en que mientras el Perú no camine en esa dirección estaremos cultivando la opción de un cambio radical en cualquier momento. Cambio radical que como vemos en algunos de nuestros vecinos no genera el bienestar prometido sino que por el contrario lleva a una situación de conflicto que empobrece aún más a los más pobres.

En ese sentido, extraño en las columnas de opinión del Presidente un rol mucho más crucial al tema de integración física vía la construcción de infraestructura. El rol de los TLC es reducir el impuesto que pagan nuestras empresas por comerciar con mercados más dinámicos. Esa es la potencia de los TLC. Ese mismo impulso necesita darse en aquellas zonas del país donde en parte por condiciones geográficas son pobres. La ausencia de infraestructura que los conecte a mercados dinámicos locales les impone un impuesto implícito equivalente al que nuestras empresas más dinámicas pagan por comerciar con EEUU. Dotarlos de caminos, de electricidad es acercarlos a la modernidad, darles espacio para superar la pobreza de modo definitivo.

Un punto que me preocupa del último articulo del Presidente es que la mayoría de las soluciones que propone tienen la característica de más bien potenciar la inversión privada en zonas donde no necesariamente hay problemas de pobreza extrema. Resulta curioso ofrecer incentivos para la inversión en medio del boom más importante de inversión de los últimos años. Un gran riesgo de reversión de todo lo avanzado está justamente en hacer que el crecimiento no sea pro-pobre, es decir, que mejore la situación de todos y no solo de algunos más favorecidos.

A partir de hoy en CADE más de 700 personas intentarán contestar cómo se puede tejer un país más próspero y justo. Mucha de esta discusión sin duda tendrá que ver con lo señalado por el Presidente. El perro del hortelano está vivito y coleando y hace falta muchas voluntades alineadas para impulsar la actividad privada en cada rincón del país. Los cambios necesarios son muchos y en varios casos requieren cambiar la forma como el Estado participa. Es bueno que el Presidente haya identificado con claridad varios ejemplos. Como diría el poeta, al andar se hace camino. Empecemos ya.

Publicado en El Comercio Noviembre 29, 2007

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