El
Presidente colombiano también estuvo de gira por Asia como el presidente Humala
y en medio de su visita se filtró en la prensa el probable contenido de una
reforma tributaria que el Ministerio de Hacienda colombiano estaba afinando. El
punto más critico según el diario que publicó la noticia fue el intento de
poner impuestos a la comida, es decir, IGV a los alimentos. Esto hizo que un
grupo saliera vigorosamente en contra de la reforma. Cosa curiosa porque muchas veces la oposición
a los paquetes de reforma tributaria en realidad esconden las verdaderas
intenciones de quienes se oponen. Es decir, es mucho más eficaz evitar todo el
paquete de reforma tomando algún punto que pueda ser muy fácilmente
cuestionable aunque los argumentos sean falaces.
En
efecto, en la presentación del Ministerio de Hacienda, Juan Carlos Echeverry, el
ministro detalló que dicho aumento de impuestos a los alimentos sería
compensado con subsidios focalizados en los estratos de más bajos ingresos. Con
eso, el efecto quedaba totalmente neutralizado.
Pero
eso no fue lo más importante de la presentación del Ministro Echeverry. A mi
juicio, lo más interesante fue presentar que la intención de la reforma
tributaria era corregir el hecho vergonzoso de que Colombia es la séptima
economía más desigual del mundo. Esto es nada más que la combinación de una
política tributaria que hace pagar pocos impuestos a quienes más tienen, y
muchos a quienes menos tienen. Además, una política de gasto fiscal que ofrece
privilegios excesivos a quienes más tienen en vez de focalizar el esfuerzo
fiscal en atender a quienes menos tienen. La tarea se tenía que acometer en
ambos frentes no sólo en lo tributario.
Lo otro
que más me impactó de su presentación fue lo que motiva el título de esta
columna. Lo usual en nuestros países es que se busca dar un régimen tributario
especial a las pequeñas empresas. Y nos olvidamos que en realidad nadie debería
querer que estas empresas se queden pequeñas. Por el contrario el objetivo
debería ser que crezcan. El problema es que la diferencia que se establece es
tan grande no sólo en tasas sino en obligaciones tributarias que ninguna de las
empresas pequeñas que en efecto crecen sienten que crecer formalmente es casi
misión imposible.
El
Ministro dijo que la reforma tributaria incluiría una reforma del impuesto a la
renta de las empresas que estuviese inspirada en como vuela el cisne y no como
vuelan los pájaros más pequeños. Estos últimos apenas despegan tratan de tomar
altura de manera casi vertical. Por el contrario, el cisne lentamente va
tomando altura haciendo que la transición sea casi imperceptible. Eso es lo que
quisiéramos para las empresas. Lo ideal sería que las empresas vayan creciendo
y que vayan pagando más impuestos sin que esto sea algo traumático. Otra parte
de la propuesta de reforma tributaria planteaba que la autoridad tributaria
actuara como en beisbol. No se trata de castigar a la primera falta o error
involuntario frente a la autoridad, sino más bien debería suponerse que hay
buena voluntad de parte del contribuyente y sólo a la tercera oportunidad
debería multarse al infractor. Evaluemos lo que otros países están haciendo
ahora que estamos armando una reforma tributaria.
Publicado en El Comercio, Junio 2, 2012
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