Luego del carga montón de la semana pasada contra el gobierno por el destape del programa de subsidios Pro-Perú es bueno hacer un balance de los puntos que deben ser atendidos y resueltos antes de iniciar dicho programa y no botar el niño con el agua sucia.
Lo primero es la necesidad de reformar los programas sociales. Nadie puede oponerse a que estos se reformen. Van más de tres años de escuchar a los críticos sobre el tema de la necesidad de hacer una profunda revisión de los programas sociales. ¿Qué se ha avanzado hasta ahora? Prácticamente nada. Hay estudio tras estudio que muestran las ineficiencias de la política de gasto social, el bajo impacto en términos de nutrición de dicho gasto, las filtraciones, la baja cobertura, etc.
Lo segundo es la necesidad de que el programa no tenga los mismos vicios que los demás programas. Justamente, la experiencia internacional muestra que hay alternativas interesantes. Dentro de ellas destacan las transferencias condicionales en efectivo a las madres de hogares en extrema pobreza. ¿Por qué son interesantes estos programas? Porque hay un especial esfuerzo en identificar a los beneficiarios. Como se elabora un padrón, este puede ser supervisado con precisión. De esta manera si lo que se quiere es beneficiar a los más pobres entre los pobres se podrá enfocar en aquellos pobres extremos que viven en las áreas rurales.
Otra característica interesante de estos programas es que la transferencia es en efectivo y no en bienes y por lo tanto no hay que preocuparse en quien escoge que se compra, a quien se le compra, o quien lo distribuye. Aquí el énfasis está puesto en la responsabilidad de la madre de familia que tratará de sacar el mayor provecho posible del subsidio que recibe. A veces optará por mejorar la alimentación, otras en atender los gastos asociados al colegio de sus hijos o a una emergencia de salud. Ella decidirá en que gastar y no algún funcionario.
Una última característica notable es que es un subsidio condicionado a que la madre cumpla con objetivos que van en línea con lo que el Estado busca mejorar. Por ejemplo, se le pedirá garantizar la asistencia a la escuela de sus hijos e hijas, se le pedirá que vayan regularmente a las postas de salud para chequeos y vacunaciones.
Es muy importante cuidar dos aspectos del programa. El primero es el financiamiento. Me alegra que se haya desechado la idea de endeudarse. Lo que está mal es que no se reorienten recursos de los programas existentes. La idea es gastar mejor no gastar más. El otro tema es el costo administrativo. El programa mexicano solo dedica 8% al costo administrativo. Mientras otros programas cuestan 40% del total de recursos.
Finalmente está el tema de si esto favorecerá a Perú Posible en la próxima elección. A mi me parece estupendo que así sea mientras el programa esté sujeto a la más exhaustiva vigilancia social. Si lo politizan, debe ser el Congreso y la sociedad civil quienes lo critiquen. Sin embargo, no estoy de acuerdo con quienes sugieren que este gobierno debe limitarse a entregar el mando el 2006. Hemos criticado su falta de acción en muchos rubros, mal haríamos en pedirle que no haga nada porque asumimos de antemano que lo hará mal.