El presidente Nestor Kirchner y su ministro de Economía, Roberto Lavagna, respiraron tranquilos después de la confirmación que un 76 por ciento de los tenedores de la deuda en default aceptó tomar la oferta argentina de canje con un significativo descuento de 70 por ciento. En palabras sencillas cada uno de estos acreedores cambiará 100 dólares de deuda vieja por 30 dólares de deuda nueva. Hasta hace un par de meses una gran proporción de analistas veía este ofrecimiento como parte de una prueba de coraje del gobierno argentino. El gobierno ponía a prueba los nervios de los acreedores diciéndoles que no les iban a ofrecer nada más y estos respondían con amenazas de juicios y embargos. En un momento incluso el presidente no pudo viajar en el avión presidencial por la amenaza que al aterrizar en el extranjero lo recibieran con una orden de embargo. Se imaginan el papelón.
Aunque dada la magnitud del canje es difícil utilizar los canjes previos como referencia para comparar que tan exitosa fue la operación. En el pasado, los canjes de deuda alcanzaron no el 70 sino el 90 por ciento de los títulos de deuda viejos. En ese sentido uno podría decir que este canje podría complicar tanto porque (i) la relación deuda sobre producto no se redujo lo suficiente y por lo tanto sigue en duda la capacidad de repago de la deuda existente, así como (ii) porque el 24 por ciento de la deuda cuyos tenedores no quisieron aceptar el canje no se van a quedar con los brazos cruzados. Ellos son quienes tienen todos los incentivos para llenar de juicios a las autoridades argentinas en cortes internacionales con el fin de recuperar no el 30 por ciento sino la totalidad de sus acreencias.
En este sentido, a las autoridades argentinas les queda varias alternativas con respecto a estos más de 20 mil millones de dólares de deuda no canjeada. Una primera opción sería reabrir el canje y tratar de que este grupo de acreedores acepte algo menos que lo que el resto aceptó. Esta opción es compleja porque en la evaluación de estos deudores al tomar la decisión de no entrar al canje hay factores como su disposición a esperar pacientemente un acuerdo por la vía judicial. Otra opción es que la Argentina recompre esta deuda. Para ello necesitaría que los números fiscales no desentonen. Lamentablemente a Argentina se le están acabando los milagros y es difícil que el arreglo con el FMI llegue sin que defina que sucederá con la deuda no canjeada.
Además, a pesar de todo lo favorable que parece este mega canje de deuda, Argentina recién empezará a confrontar sus principales problemas a partir de los próximos meses. En realidad mucho antes del anuncio (diciembre 2001) del default en el Congreso argentino, Argentina ya no pagaba su deuda pues sólo se dedicaba a refinanciarla así que recién ahora es que la economía argentina podrá probar su verdadera capacidad de renacer de las cenizas del default. Como para complicar las cosas, la inflación que no era un problema empieza otra vez a serlo.
Publicado en El Comercio, Marzo 10, 2005
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