Aquellos masoquistas que han seguido el debate sobre el presupuesto público habrán notado varias cosas curiosas. En la discusión, los congresistas han decidido otorgarse una asignación de S/.16.000 por gastos de desinstalación. El argumento es que, como ellos se habían otorgado una asignación por instalación al inicio de sus funciones atendiendo al hecho que varios son provincianos sin residencia en Lima, entonces había que hacerles la transición más suave. Esa vez cobraron todos. Limeños y provincianos por igual. Ahora todos quieren repetir el plato. Total, si ellos no pagan.
Como si esto fuera poco, los congresistas quieren cobrar una compensación por tiempo de servicios (CTS) que equivale a S/.50.000. No, no es broma. Claro, dado que la probabilidad de ser reelecto es bajísima, entonces, como premio por irse, les deben dar una retribución por su esforzada labor durante cinco años. Si usted es empleado dependiente, sabe que los fondos que hay en su cuenta de CTS, los cuales usted recibirá en el caso de salir de la empresa en la que actualmente trabaja, salieron del bolsillo de su empleador. En el caso de los congresistas, el dinero sale del Estado; es decir, de todos quienes pagamos impuestos. ¡Qué frescura! ¡Y usted todavía está pensando en si este candidato es mejor que el otro! ¿Dónde están los candidatos para defender nuestros bolsillos de semejante arrebato forzoso en plena luz del día y en transmisión directa por cable? ¿Sabe usted que solo cinco congresistas de los 120 votaron en contra del proyecto?
El fondo del asunto es que el Congreso tiene autonomía presupuestal. Eso significa que ellos se fijan su propio presupuesto y pueden, como han hecho esta vez, ignorar el límite que les ha sugerido (¿pedido?, ¿suplicado?) el MEF. Esto es bien raro. Por un lado no tienen iniciativa de gasto, pero por otro se pueden poner el sueldo y todas las gratificaciones que se les antoje. Ellos siempre preguntan cómo puede ser posible que un congresista gane menos que tal o cual funcionario. Ese argumento no tiene pies ni cabeza. Ellos tienen una función muy importante y deben ser compensados por esa responsabilidad, pero eso no implica que su sueldo deba estar en función a lo que se le paga a funcionarios del Poder Ejecutivo. La otra perla es que dicen que ellos ya han logrado bajar en S/.26 millones su presupuesto. Claro, si voy a pedir al cielo y voy a pedir poco --como dice el dicho-- debo estar loco.
Finalmente, uno estaría de acuerdo en pagar todas estas prebendas si viera efectividad en el trabajo. A todos nos pagan en función a lo que aportamos por productividad a nuestra empresa, menos a nuestros congresistas. Hay gente excelente, pero hay otros que son para llorar. ¿Qué se puede hacer? ¿Elegir a alguna vedette o algún dirigente del fútbol para el próximo Congreso? O de repente permitir que nosotros, los ciudadanos, podamos renovar nuestro voto a mitad de los cinco años de mandato. De esta manera, si nos salen con cosas parecidas los ponemos patitas en la calle, obviamente sin CTS o gastos de 'desinstalación'. Si no va a ser así, que me devuelvan mi plata.
Publicado en El Comercio Noviembre 24, 2005
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