Thursday, April 28, 2005

Sinsentidos legislativos

Debo confesar que esta semana me costó mucho escoger un tema para esta columna. No porque no haya pasado nada más importante que la renuncia de Autuori a dirigir la selección de fútbol, sino porque a veces sencillamente me cuesta entender porque nuestros congresistas actúan de la manera que actúan.

Para empezar su reciente iniciativa para limitar el acceso a empresas que vengan de países vecinos a invertir en los sectores “estratégicos”. Es decir, si por ejemplo por alguna pachotada del congresista Pacheco nos fuéramos a la guerra con Chile, alguna gente cree que perderíamos porque la empresa concesionaria del puerto del Callao sería el factor desequilibrante en el conflicto. La verdad es que resulta ridículo que se piense así. Una versión soft de este razonamiento es que poner en manos de una empresa chilena la administración del puerto del Callao sería un peligro porque dicha empresa actuará estratégicamente minando (¡no poniendo bombas sino reduciendo!) la capacidad competitiva de nuestro puerto frente al de Mejillones en Chile.

Esto implica suponer que OSITRAN quien deberá supervisar a la empresa concesionaria estará pintada en la pared y además que el contrato que se firme con esta empresa será absolutamente torpe y miope. Lo obvio es que el contrato sea nuestra arma de defensa estratégica para que la empresa concesionaria (no importa de donde venga) haga lo que el Estado peruano quiere que se haga con el puerto del Callao. Si nos interesa que el puerto tenga 10 grúas pórtico al cabo de 2 años y tres muelles al cabo de 10 años que se ponga en el contrato. Aquí lo que importa es el contenido del contrato. ¿Acaso somos incapaces de defender nuestros verdaderos intereses como son el tener un puerto eficiente y que deje de ser un lastre para la competitividad del país? Sólo si creemos que en efecto eso es así entonces aprobemos estas cláusulas en las que reconocemos nuestra inferioridad y debilidad. Como reconocemos que no podemos hacer que esas empresas hagan lo que está en nuestros intereses entonces cerrémosles las puertas. Patético.

Si algo caracteriza al actual Congreso es la enorme proporción de leyes observadas por el Ejecutivo. En el pasado solo en el enfrentamiento entre Fujimori y el Congreso del 1990-92 se llegó a cifras parecidas. Durante los años previos al autogolpe el Ejecutivo observó más de la mitad (52%) de las leyes aprobadas por el Congreso. Frente a esto el Congreso consiguió insistir en una quinta parte de dichas leyes. En esas épocas el propio Congreso cedió un enorme terreno al Ejecutivo permitiéndole aprobar vía el procedimiento del Articulo 211 inciso 20 (el predecesor a los decretos de urgencia) más del 70 % de la legislación. En este Congreso, no más de 20% de la legislación aprobada ha sido vía decreto de urgencia. Sin embargo, un tercio de las leyes han sido observadas por el Ejecutivo.

A diferencia del período 1990-92, no creo que la razón detrás de tantas leyes observadas sea producto de un enfrentamiento entre poderes. Inclusive muchas de las iniciativas observadas son del propio Perú Posible. Ojalá esta vez prime la sensatez en la Plaza Bolívar. Una cosa es que se vaya Autuori, otra es condenarnos a un puerto ineficiente.

Publicado en El Comercio, Abril 28, 2005

Thursday, April 21, 2005

El Impacto Global del TLC en la Economia

Toda medida de política económica trae ganadores y perdedores. Esa afirmación a veces se mal entiende porque inmediatamente se asume que lo que gana uno el otro lo pierde. Eso no tiene porqué ser necesariamente así. El mejor ejemplo de ello es el efecto que tiene el libre comercio entre países. Tanto Perú como EEUU ganan con la firma del TLC. Sería una tontería que alguno de sus congresos lo ratifiquen si creen que como país pierden. Acabamos de terminar una investigación en la Universidad del Pacífico que busca contestar dos preguntas muy sencillas: ¿gana el Perú con la firma del TLC o no? Y si gana, ¿cuánto gana?

Para responder esto empleamos un modelo que sin duda simplifica las características de nuestra economía pero en aspectos que no son cruciales para contestar las dos preguntas. Nuestros cálculos muestran que el PBI peruano será 4.5% mayor en el largo plazo y que la mayor parte de ese aumento se dará en los primeros 5 años posteriores a la firma del TLC. Para entender la respuesta que encontramos hace falta explicar los tres mecanismos a través de los cuales el TLC genera un mayor PBI peruano, es decir más producción y por lo tanto más empleo.

Los tres mecanismos han sido largamente explicados en la literatura sobre crecimiento económico. El primero es la reducción de aranceles. Aranceles más bajos les permite a las empresas tener bienes de capital e insumos más baratos, a los consumidores les permite comprar bienes a menores precios. El segundo es que el TLC involucra una ampliación en el acceso a los mercados internacionales. ¿Qué es eso? Todas nuestras exportaciones tienen que pagar aranceles en los mercados en que son adquiridas. Nuestros espárragos y nuestras paltas pagan aranceles, nuestro cobre paga aranceles y así todos los productos que le vendemos al mundo. El mundo nos pone un impuesto y como todo impuesto reduce el monto que podemos vender porque lo encarece y entonces de repente el peruano que está en Los Ángeles hace diez años ya no está dispuesto a pagar tanto por comerse una palta rellena como cuando vivía aquí. El TLC reduce ese impuesto porque abre a nuestras exportaciones –a las actuales y a las que se desarrollarán después- un mercado 100 veces más grande que el nuestro.

El tercer mecanismo es el aumento en la productividad. Me refiero a que los bienes de capital y los insumos que importamos vienen con mejor tecnología. Un ejemplo para que todos entiendan. Hoy los taxistas manejan Ticos que consumen un diez por ciento de gasolina que los lanchones que aún cruzan el Zanjón. ¿Cuál creen que deja mayor ganancia a su dueño? Lo mismo pasa con todas las firmas a las cuales ahora se les abre la posibilidad de acceder a mejor tecnología y pueden ser más productivas.

¿Todos ganan? La respuesta es no y deberíamos inmediatamente preguntar: ¿y forzosamente van a perder?. La respuesta otra vez es no. Trabajemos para que el TLC signifique oportunidades para todos. Decirle no al TLC es cerrar una ventana de oportunidad.

Publicado en El Comercio Abril 21, 2005

Thursday, April 14, 2005

Malthus y Solow en el Perú

A Malthus se le conoce por su visión pesimista sobre la economía. El publicó hace más de 200 años un libro donde argumentaba que si la población seguía creciendo a una tasa geométrica y la provisión de alimentos lo hacía a una tasa aritmética el mundo se llenaría de miseria. Esta predicción se sustentaba en 2000 años de estancamiento Curiosamente su solución era que la gente se casara de mayor edad y que se promoviera la abstinencia sexual.

Su predicción no ocurrió básicamente por la revolución industrial y el floreciente progreso tecnológico que cambió por completo el nivel de ingreso de las personas. Justamente Solow, ganador del Premio Nobel en 1987, fue quien mostró como el progreso tecnológico era una fuente esencial en la tasa de crecimiento de un país. Para Malthus producir un bien era fruto de una tecnología intensiva en mano de obra y en tierra y que necesitaba muy poco capital. En cambio para Solow, la tierra dejó de ser un factor de producción fundamental y dejó su sitio al capital y al nivel del progreso tecnológico.

¿A que viene esta historia? No es que los hayamos invitado a dar una charla en el Perú. Malthus está muerto hace años y Solow, aunque ahora hay mangas en el aeropuerto, ya no se aventura a viajar. Pero me imagino que si uno los paseara virtualmente por el Perú reconocerían que cada uno de ellos está representado dependiendo donde estemos. Es decir, es como si la economía peruana tuviera aún un poco de la forma de producir de Malthus, el sector rural tradicional. Por ejemplo, la agricultura de la sierra sur, la pequeña minería de subsistencia, etc. Por otro lado, Solow se sentiría emocionado cuando le cuenten como Chavimochic se transformó en tan poco tiempo o si le hicieran el tour por las fábricas de confecciones en Ica.

Pero después de invitarlos a almorzar en Catacaos, antes de que la chicha de jora haga efecto, nos gustaría preguntarle porqué sobreviven estos dos modos de producción en un mismo Perú. Probablemente la razón es la ausencia de vínculos entre ambos mercados o de una manera menos drástica la presencia de unas barreras de acceso muy altas entre ambos mercados. Imaginen una persona que para poder trabajar en la ciudad más cercana debe viajar 10 horas a lomo de mula. Esa persona sólo lo hará si el diferencial de salarios en la ciudad y su pueblo es tal que valga la pena la caminata o la estadía en la ciudad por unos días.

Gran parte de las enormes diferencias de ingreso entre los pueblos del Perú se deben a que para una enorme mayoría acceder a un mercado más amplio es demasiado costoso. La lógica de invertir en caminos rurales es justamente esa: acercar los pueblos a los mercados, hacerlos parte de esos mercados. Darles acceso a las oportunidades es sacarlos de la sombría predicción de Malthus y permitirle a esas generaciones futuras un porvenir diferente. Trabajemos para que esas barreras que los separan sean eliminadas. Eso es equivalente a firmar un TLC entre la región Solow y la Malthus de nuestra economía.

Publicado en El Comercio Abril 14, 2005

Thursday, April 07, 2005

Dólares falsos

La semana pasada en mi primera clase de teoría monetaria le explicaba a mis alumnos que una de las funciones principales del dinero fiduciario es servir como depósito de valor. Es decir, nos permite guardar parte de nuestra riqueza y mantenerla en el tiempo. Para que esta función se cumpla a cabalidad se necesitan varias cosas. Lo primero y más importante es que como todo dinero fiduciario su valor está basado en que todos crean que un pedacito de papel con algún héroe local o extranjero vale lo que dice impreso. Fiduciario viene de confianza, el día que se pierde la confianza ese papelito de colores no vale más que un billete para jugar Monopolio. La segunda es que pierda su capacidad de compra por inflación en dicha moneda. Pero ese no es el tema ahora.

El tema de los dólares falsificados es un excelente ejemplo para mis alumnos porque el tema central es que los costos para diferenciar cuáles billetes de la ahora famosa serie CBB2 2001 los hicieron los pakistaníes y cuáles por la Reserva Federal son muy elevados. Esto ha afectado la confianza sobre el billete verde y hasta que ese costo de transacción no se reduzca significativamente esto será un impulso a la persistente desdolarización que estamos observando.

Lo curioso es que los soles están sujetos a una muchísima mayor presión de billetes y monedas falsificados pero no hemos visto un efecto similar al de esta semana en que los cambistas han aprovechado para cambiar billetes de cien dólares potencialmente falsos con un descuento de más de 70 por ciento. Si de 40 millones de dólares que fueron remesados a Estados Unidos, la Reserva Federal informó de la presencia de aproximadamente 2,600 billetes falsos, estamos hablando de que la probabilidad que un billete fuera falsificado no superaba el 0.65 por ciento. Tremendo negocio para los que se arriesgaron.

Obviamente como todo falsificador eficiente los pakistaníes han falsificado billetes de alta denominación conscientes de la calidad de su trabajo. Si un falsificador carece de dicha tecnología tiene que limitarse a falsificador billetes y monedas de baja denominación donde nadie está mirando diez veces si el vuelto ha venido cabeceado.

¿Porqué no ha pasado esto con los soles falsos? La respuesta es simple. Los métodos de falsificación son peores y por lo tanto más fácilmente detectables y por lo tanto no es difícil diferenciar el falso.

El dólar, cumple en la economía peruana básicamente la función de depósito de valor. En algo ha venido cediendo esta función al sol en estos últimos años pero los activos denominados en dólares siguen siendo nuestro principal vehículo para mantener nuestra riqueza financiera. Por el momento, hay que tener un poco de paciencia y los bancos deberían asumir el costo de no haber detectado billetes que ellos mismos entregaron vía cajeros automáticos y por las ventanillas. Una cosa es perder momentáneamente la confianza en los billetes y otra es perder la confianza en los bancos.

Publicado en El Comercio Abril 7, 2005