Thursday, December 29, 2005

Luces y sombras para el 2006

Está por terminar un año que sin duda alguna fue bueno para una gran mayoría de peruanos. Revisaba mi última columna del año pasado y de los riesgos que planteé entonces que podrían frenar nuestro crecimiento sólo uno se ha materializado pero sin generar los sobresaltos que uno podría anticipar entonces. Me refiero a que la Reserva Federal de los EEUU ha tenido que responder con alzas constantes en la tasa de interés para frenar el aumento en la tasa de inflación en ese país. Aunque suene a broma hoy Perú tiene una tasa de inflación menor que la de los EEUU. Sin embargo, y contrario a lo que uno hubiese esperado la economía norteamericana ha crecido a una tasa de 4 por ciento y el resto de la economía mundial no se ha desacelerado.

Atado a esto último estaba el riesgo que el precio de nuestras exportaciones bajara debido a una reducción en el ritmo de crecimiento mundial. Sin embargo, tampoco eso ha pasado. La verdad de las cosas es que resulta difícil volver a decir lo mismo que señalamos hace un año pero creo que es razonable hacerlo. Las economías no crecen sino a través de ciclos de expansión y recesión y hace rato que la economía mundial debería haber mostrado algo más que señales de peligro.

Las economías como la peruana crecen cuando al mundo le va bien y les va mejor cuando las políticas domésticas no resultan un freno para ello. Es por eso que buena parte de las dudas sobre la tasa de crecimiento del 2006 están ligadas a la incertidumbre electoral. Somos un país donde hace 6 meses Ollanta Humala ni siquiera era presidenciable y hoy tiene que empezar a leer de todo para no hacer papelones en las entrevistas. Somos un país donde la izquierda significa diez cosas distintas que ninguno de los que no estamos dentro entendemos porqué van divididos más allá de la irrefrenable vanidad por ser candidato presidencial. Somos un país donde los candidatos que no son de izquierda tampoco pueden sentarse –antes de las elecciones- alrededor de un trabajo en común. Creo que esa incapacidad para avanzar juntos, como país, es una de nuestras mayores vulnerabilidades. No creo que una vez develados los planes de gobierno encontremos diferencias abismales entre todos (bueno, casi todos). No obstante ello, seguiremos buscando el quinto pie del gato en lugar de concentrarnos en como hacer para que las políticas en que sí estamos de acuerdo se pongan en práctica con el apoyo de todos.

Parte de esta incertidumbre electoral se cerrará junto con el verano pero otra quedará para los próximos cinco años. Me refiero a que el Congreso seguirá siendo una gran ensalada de voluntades personales, de partidos hechos contra el reloj. El Perú seguirá necesitando el 2006 gente que lidere dentro del desorden, que mire más allá de las noticias del día o del escándalo del momento. El mundo va a estar suficientemente revuelto el próximo año como para que nosotros contribuyamos al desorden. Ojalá el verano no caliente demasiadas cabezas y podamos enfrentar un año con madurez, responsabilidad y pensando en todos esos peruanos que aún no tienen porqué brindar este 31. ¡Feliz año a todos!

Publicado en El Comercio, Diciembre 29, 2005

Thursday, December 22, 2005

Argentina y el FMI: Te pago porque te odio

Hay países que son increíbles y sin duda Argentina es uno de ellos. Hace exactamente cuatro años los argentinos aplaudían de pie la decisión de su presidente de no pagar la deuda externa. Esta semana el presidente Kirchner, impulsado por la decisión del presidente Lula, decidió pagar al cash toda la deuda que la Argentina tenía con el FMI. Con la misma emoción los argentinos han aplaudido esta decisión. Pensemos un poco en las causas y consecuencias. Los líderes de Argentina y el FMI han intentado de todo por llevarse bien y no pueden hacerlo. Por un lado, las autoridades argentinas no quieren seguir las recomendaciones del FMI. En particular, no quieren verse forzados a poner mayor atención a controlar una inflación que ya superó el 10% y por seguir políticas que se basen en el buen funcionamiento de los mercados. Además está el tema que la renegociación con el FMI tenía visos de no avanzar para ningún lado. Argentina necesitaba el apoyo de los países más desarrollados y después del fracaso de la cumbre de Mar del Plata realmente Kirchner tenía que pensar que Bush y compañía le iban a dar la espalda en lugar de la mano.

Sea como fuere Kirchner ha aprovechado que Lula, su vecino y mentor, decidió pagar la deuda con el FMI para hacer exactamente lo mismo. El problema es que Argentina no es Brasil. Brasil no tiene los problemas económicos de Argentina, en particular respecto a las fuentes alternativas de financiamiento. Si uno compara recientes colocaciones de deuda externa verá por un lado que Brasil ha sido capaz que los mercados internacionales compren deuda brasileña emitida en reales. Parece increíble pero es cierto. Hay gente dispuesta a comprar deuda brasileña que no está expresada en una moneda dura como el dólar o el euro sino en reales. Por el otro lado, Argentina acaba de cerrar otra operación con la República Bolivariana de Venezuela sumando mil millones de dólares comprados por la voluntad (¿y caridad?) de su comandante presidente al amparo de los elevados precios del petróleo.

Pensemos por un momento para que necesitan los países tener una relación con el FMI. En primer lugar, hay algunos países como Argentina y Brasil que se endeudaron con el FMI porque producto de sus erradas políticas terminaron en una situación en la cual sus reservas internacionales fueron insuficientes. En segundo lugar, el tener un acuerdo con el FMI sirve como una suerte de garantía que el país está siendo supervisado de manera más cuidadosa y que el gobierno se compromete a seguir un conjunto de políticas que claramente no son contradictorias con el espíritu del acuerdo que es llevar a que el país mejore sus finanzas. Esto les permite a los países financiarse –de otras fuentes- a menores costos. En el caso de países que típicamente han seguido políticas erráticas se necesita que el FMI cumpla ese rol de auditor externo.

Argentina ha optado libremente desmarcarse del FMI y eso sin duda pone una luz ámbar sobre la dirección de su política económica. Pero el FMI también debería repensar su rol después de estas dos decisiones. ¿Son Argentina y Brasil dos clientes que se gradúan o son dos países que ven el FMI un obstáculo? ¿Cuánto le va a costar a Argentina manejar el auto de su economía sin tener un seguro contra accidentes? La respuesta es nada, siempre y cuando no choque. Pero si choca, le van a quitar las llaves a Kirchner.

Publicado en El Comercio, Diciembre 22, 2005

Thursday, December 15, 2005

Patear al perro no sirve

Estuvo en Lima uno de mis más entrañables maestros, el profesor de UCLA Arnold Harberger a quien seguro le otorgarán el Premio Nobel de Economía en los próximos años. El dictó una conferencia sobre las razones porqué crecen los países. Quisiera rescatar dos temas de esa charla. El primero es que si uno mira la evidencia internacional la principal fuente de crecimiento es la reducción de los costos reales de la producción. Esta reducción tiene a su vez muchas causas. Algunas son mejoras tecnológicas pero no son las únicas. Hay mejoras en la gestión de las empresas, se reformulan los procesos, se rediseñan las estrategias comerciales. Otras reducciones se producen gracias a que la escala de operaciones de las empresas aumenta para lo cual se necesita de mercados más amplios.

El segundo es el rol de las decisiones de política económica en el crecimiento. El sostuvo que las políticas sin duda pueden destruir economías y mencionó nuestra experiencia durante el gobierno de García o el desastre durante el gobierno de Salvador Allende en Chile. Pero pensando en positivo las políticas deberían abrir oportunidades, reducir las barreras para que las empresas privadas cumplan con su rol de buscar permanentemente generar mayor valor. Muchas veces las políticas gubernamentales más bien desorientan, obstaculizan o directamente impiden que el esfuerzo emprendedor se materialice.

El profesor Harberger señaló un tema que en este ambiente electoral es crucial. Revisando la experiencia de todos los países del mundo pretender crecer a tasas de 7% siempre es soñar, eso normalmente no pasa y si pasa dura unos años. Lo que si puede pasar es que cada buena decisión de política económica contribuye a que la tasa de crecimiento sea potencialmente mayor. Es muy difícil pensar en decisiones que eleven la tasa de crecimiento de manera permanente en más de un uno por ciento. Esto sin embargo no debe desalentarnos. Por el contrario, Harberger utilizó el ejemplo de que si uno está entrenando a su perro a correr no puede basar su estrategia en darle una patada. Es cierto que esa “política” hará que su perro corra rápido por un momento pero luego inevitablemente se detendrá. Hacen falta otras “políticas” como alimentarlo todos los días, cuidar su salud para que realmente pueda correr largas distancias. Esa persistencia, esa paciencia resulta muchas veces escasa cuando se discuten y diseñan políticas. La necesidad de hacer pruebas piloto antes de embarcarse en políticas que implican un enorme gasto como el programa Juntos son un ejemplo de la necesidad de hacer las cosas con prudencia y paciencia.

Hoy estamos discutiendo el primer tratado de libre comercio que el Perú ha negociado con EEUU. ¿Estamos concientes que para esta decisión de política tenga un mayor impacto positivo debemos seguir en esa ruta? Es decir, debemos negociar por lo menos otros acuerdos con China y la Unión Europea. De otro modo, el impacto de estas políticas será importante pero pasajero. El país recibirá un impulso en su tasa de crecimiento pero necesita más que eso, necesita persistencia en esas buenas políticas, en las que permiten que la empresa privada pueda desarrollarse.

Publicado en El Comercio, Noviembre 15, 2005

Thursday, December 01, 2005

El problema es la forma como resolvemos los problemas

Es curioso como se discuten y se tratan de resolver los problemas en el Perú. Los congresistas aprueban su presupuesto, la opinión pública hace cargamontón y ellos retroceden. Algunos se llevarán la plata de otra manera y otros donarán nuestra plata recibiendo ellos el aplauso. ¿Qué fácil es donar esos recursos no? Frente a esta situación al ex presidente García se le ocurre decir que el cerraría el Congreso. Leo las encuestas y efectivamente la gente estaría feliz con que la solución sea cerrar el Congreso. Nuestra típica solución para una institución que no funciona es cerrarla o quitarle las funciones. Nos cuesta entender que los problemas normalmente están asociados a un sistema de incentivos perversos. Mientras no se modifiquen esos incentivos seguiremos teniendo los mismos resultados.

El problema está en que los partidos no hacen el trabajo de seleccionar a sus miembros de lista. Lo que sucede hoy, es que cada partido pone en venta sus listas parlamentarias. Los primeros 10 a 20 sitios (dependiendo de la antigüedad del partido) están reservados para las viejas glorias o para el círculo más cercano al candidato. Del 20 al 40 tienes que pagar una cifra para contribuir a la campaña del candidato presidencial, del 40 al 60 es más barato y así sucesivamente. La selección de candidatos al Congreso se hace en función a si están o no dispuestos a apostar por una candidatura. De esta manera los incentivos son perversos. Los potenciales candidatos ven esto como un negocio riesgoso. En función al calendario electoral y las últimas encuestas los candidatos al Congreso compran sus boletos de rifa encomendándose a Sarita Colonia. Según la nueva ley de partidos los partidos deberán hacer antes del 18 de enero la elección interna para determinar quienes conformarán sus listas al Congreso. ¿Serán realmente elecciones transparentes? ¿o sencillamente se aprobará lo que las billeteras ya decidieron? ¿Quién va a fiscalizar eso?

Los congresistas no quisieron eliminar la figura del voto preferencial porque consideran que la gente debe decidir por encima de lo que el partido decida. Sin embargo, el efecto de esto sigue siendo que cada candidato debe “cuidar su inversión” y hacerse conocido dentro de los más de 2000 candidatos que pelean por una curul. Otra vez el problema está en los incentivos.

Los congresistas Rey y Barba han propuesto que el cargo de congresista no sea remunerado. Creo que esto es exagerado. Nadie se quejaría si ellos ganaran 10 mil soles, pagaran sus impuestos sobre esos ingresos, asistieran a su trabajo puntualmente como cualquier hijo de vecino, y discutieran proyectos de ley relevantes. Los partidos no son castigados por escoger gente que no debería estar en el Parlamento. Los partidos son los llamados a representar nuestros intereses, ellos deben asumir su responsabilidad. Es por ello que debería haber castigo por no hacerlo. Pero también los ciudadanos debemos asumir nuestra responsabilidad y quienes crean que pueden hacer una mejor labor deberían intentar resolver estos problemas desde adentro, es decir, desde los partidos. Lamentablemente muchos preferimos estar en los balcones y ver como marcha la procesión en lugar de aportar lo nuestro.

Publicado en El Comercio, Diciembre 1, 2005