Se equivocan si creen que voy a hablar de cuanto cuesta sacarle la vuelta a la novia, esposa, pareja, o media naranja. Voy a hablar de aplicar las reglas del mercado al mercado de los votos electorales. Muchos se han rasgado las vestiduras por la avalancha de candidatos (o candidazos) presidenciales. Supuestamente la ley de partidos políticos y la valla electoral iban a reducir el número de partidos políticos. Una cosa es la bondad de la ley y otra la implementación a cargo del JNE.
Razones abundaban para buscar partidos menos partidos. En primer lugar, coordinar leyes en un parlamento con 120 “llaneros solitarios” es imposible, para eso los partidos deben jugar el rol de representar ciertos intereses, posiciones, o ideologías. Cuando eso no sucede lo que se provoca es que el Congreso sea una fábrica de leyes inadecuadas que el Ejecutivo debe mandar al archivo. Asimismo, cuando hay algún tema que es realmente importante y urgente los partidos escogen alguna ruta de escape: darle facultades legislativas al Ejecutivo para no tragar el sapo, decir que esos temas se deben discutir en un momento de mayor calma, o debatir y debatir para terminar aprobando una moción que sugiere que lo que hace falta es debatir más.
Me parece estupendo que 24 agrupaciones hayan hecho el esfuerzo económico, organizacional, y hasta emocional de inscribir sus candidaturas. No me parece malo que la gente se interese por conducir los destinos del país y que distintas personas se junten alrededor de una mesa para discutir cómo resolver los problemas del país. Creo que todo eso es sano. Sin embargo, me parece que la valla electoral aún no ha hecho efecto en los candidatos. Hagamos algunas cifras para ver si podemos tener menos fotos de aventureros en la cédula de votación en abril.
La valla electoral provocará que todo partido que obtenga menos de 4 por ciento se vaya el 8 de abril con las manos vacías. Así es, ese partido no obtendrá congresista alguno a pesar que tenga varios miles de votos a su favor. Si pensamos que la valla dejará pasar no más de 8 partidos, hay 16 que están sobrando, perdón, que no sacarán ninguna curul.
Mirando las cifras de la campaña pasada un candidato pequeño gastó alrededor de 70 mil dólares en publicidad en medios. Eso sin tomar en cuenta el gasto de cada uno de los candidatos al congreso. Si sumamos otros gastos no creo que sea muy errado pensar que un partido chico se gasta sus buenos 120 mil dólares en un campaña. Es decir, el boleto de lotería le cuesta a cada candidato al congreso unos mil dólares. Ojo que esta cifra es para un partido pequeño, de los que no sacaran nada. Si hablamos de los que tienen dos dígitos agréguele por lo menos un cero.
Nunca entré a un casino así que no puedo hablar por experiencia propia pero no sé si ustedes estarían dispuestos a perder esa cantidad de dinero en un solo día. Esperemos que la gente aprenda perdiendo y la próxima vez más intenten fortuna en un casino y no en aventuras electorales. Las leyes funcionan de a pocos. Tengamos paciencia, dejen que los aventureros sean ignorados por el mercado electoral, que pierdan su plata.
NOTA DEL AUTOR: Durante el término de la campaña electoral mis columnas no saldrán publicadas en El Comercio. Todos los jueves podrán leerlas en este blog.
Acabo de leer un artículo de un joven trujillano que habla sobre este circo que es la política en nuestro país... le doy la dirección: http://mundorobot.blogspot.com
ReplyDeleteMe causó naúceas (disculpando la palabra) darme cuenta la clase de gente que nos quiere gobernar... pero ahora... tras leer tu artículo de aventura, bajó un poco la impotencia interna tan grande que siento...
En fin, creo que lo que nos queda a los profesionales es seguir trabajando con la ética que a pocos caracteriza... y espero estar dentro de ellos... aunque como no ser tentada por una curul... cuanto es lo que paga???... mejor ni acordarme... la tranquilidad que siento no tiene precio.
Saludos.
Habría que hacer un concurso entre el público "Descubra a los indeseables" para que la gente busque entre los actuales candidatos al Congreso a alguno (o más de uno) que tenga más de un "chicharrón" que está ocultando a la ciudadanía.
ReplyDeletesaludos
Eduardo