Hace unos días el tipo de cambio volvió a estar “por los suelos” según los titulares de algunos diarios. Lo cierto es que el tipo de cambio nominal estuvo en los mismos niveles que en enero de 1999. Mucha gente se preocupa porque temen que el nuevo directorio del Banco Central -que esperemos hoy se complete- adopte una postura distinta a la seguida en el pasado. Si hay algo que ha distinguido a la política cambiaria peruana hasta ahora ha sido que no se ha dejado que el tipo de cambio se mueva con total libertad. El BCRP ha intervenido frecuentemente para alterar el valor del tipo de cambio. La justificación siempre es la de siempre, el Banco sólo trata de atenuar las fluctuaciones de muy corto plazo.
Si miramos al sur en Chile pasa algo parecido. El peso chileno está hoy en los mismos niveles que los registrados en 1999. Es decir, lo que hoy estamos viviendo en Perú y Chile no depende únicamente de lo que pasa en cada una de estas economías. Lo que está pasando es que ambas economías están pasando por circunstancias similares. Ambas son economías pequeñas y abiertas al resto del mundo. Ambas son economías cuyo principal producto de exportación son minerales que en los últimos han tenido un enorme y sostenido boom. Es decir, en ambas economías se registra un crecimiento de las exportaciones explicado por el rápido crecimiento de la economía mundial.
Pero ¿donde está la diferencia? Si comparamos ambas políticas cambiarias observaremos en primer lugar que el Banco Central de Chile a diferencia del nuestro no interviene en el mercado cambiario. En segundo lugar, el peso ha sido dos veces más variable que el sol. Esto está justamente explicado por la primera diferencia. ¿Cómo se entiende esto? ¿Está bien que sea así?
Lo primero es más fácil de racionalizar. El Perú es una economía dolarizada y Chile no. Esto podría servir de justificación para que nuestro Banco Central sea más cauteloso en dejar que el tipo de cambio fluctúe más libremente. Pero eso es una media verdad. En realidad el Banco Central al optar por evitar que las fluctuaciones sean muy pronunciadas está matando un mercado de coberturas que podría surgir, tal como ha surgido en Chile. Imagínense que el Estado peruano les paga a todos los peruanos con automóvil su seguro de accidentes. ¿Cuál va a ser la reacción frente a esta decisión? Para empezar, nadie va a asegurar sus autos frente a este riesgo potencial pues ya me lo dan gratis. Segundo, muchos conductores serán menos cautelosos en su manejo pues las consecuencias de sus actos las pagan otros y no él. Claramente los afectados no sólo serán el Estado quien pagará unas primas de seguro más altas, sino los demás conductores y peatones que tendrán que convivir con más locos al volante.
Aquí ha pasado algo parecido con la política cambiaria. En lugar de que las empresas que se endeuden sean las que paguen el costo de tomar el riesgo de hacerlo en dólares, el Banco Central les ha regalado ese seguro al hacer menos volátil el tipo de cambio. ¡Provecho!. A nuestro juicio el BCRP debería dejar que el mercado de coberturas se vaya desarrollando retirándose poco a poco del mercado cambiario. Hace bien el Superintendente de Banca en hacer notar que la gente que ahorra en dólares ha sufrido una pérdida de capital este último año y debería repensar si vale la pena seguir apostando por el dólar. Esto podría ser aún más obvio y efectivo si el BCRP dejara que el mercado cambiario hiciera su trabajo. ¿Se animará el próximo directorio a que dólar baile a otro ritmo?
Publicado en El Comercio, Octubre 26, 2006
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