Thursday, November 23, 2006

Particularismo político

Para cosas tan simples como escoger que comemos el domingo en familia tenemos siempre dos formas de hacerlo: o una sola persona decide por todos y los demás aceptan o protestan, o por el contrario cada uno pide lo suyo y quien cocine tendrá que tener la habilidad de Gastón Acurio para hacer múltiples platos en una misma mañana. Esto que suena a broma es lo que hacemos a nivel del gobierno central y regional. Una opción para gobernar es hacerlo descentralizadamente donde son varias las autoridades quienes deciden que es lo mejor que se puede hacer con un determinado presupuesto, o el gobierno central decide por los demás. Cada una de las formas tiene elementos positivos y negativos.

Para empezar una decisión centralizada puede ser más eficiente pues podrá tomar en cuenta mucho más información que si varias cabezas estuvieran decidiendo cada uno por su cuenta con información limitada a su entorno local. Asimismo, podría ser más económica porque los costos de una decisión para varias zonas del país se hacen pagando una sola vez, en lugar de hacer una serie de estudios individuales que pueden terminar sumando una cifra mucho mayor. Otro beneficio es que puede llevar a decisiones más coherentes. Por ejemplo, si voy a fomentar el desarrollo de la sierra exportadora más vale que la región colindante invierta en la infraestructura necesaria para que dicho desarrollo sea posible.

No obstante todo lo anterior las decisiones centralizadas también están llenas de potenciales problemas. En primer término son potencialmente poco democráticas pues las decisiones podrían no tener nada que ver con las preferencias locales. El gobierno central podría preferir que los recursos de determinada región se utilicen en mejorar la carretera que la atraviesa mientras localmente se prefiere que dichos recursos vayan a establecer un mejor sistema de postas de salud. Como los recursos son siempre escasos necesariamente se tendrá que optar.

En segundo lugar, las decisiones pueden estar teñidas de un manejo politizado. Se puede querer premiar con mayores recursos a las zonas que si votaron por el gobierno o castigar ya sea con menores recursos a aquellas localidades donde sus votos fueron más escasos. Claramente esto no tiene nada de eficiente o coherente. Finalmente, el contexto local muchas veces es un ingrediente esencial en una decisión acertada. Por poner un ejemplo, currículos educativos que no se moldean a las particularidades de las comunidades a las cuales van dirigidos pueden resultar en iniciativas poco eficaces.

En el Perú hemos optado desde hace unos años reiniciar el proceso de descentralización y la semana pasada hemos votado para renovar a los presidentes regionales. Los resultados muestran que los partidos nacionales tienen más de partidos que de nacionales. Su presencia en el escenario regional es muy limitado. El APRA tiene 4 presidentes regionales, UPP uno solo, Unidad Nacional ninguno. Y entre esos tres partidos controlan 97 de 120 escaños en el Congreso. Y nadie quiere admitir la derrota, patético, ¿no?

El riesgo de estos resultados está en que se puede caer en lo que se llama particularismo que no es otra cosa que en lugar de preocuparse de atender grandes prioridades nacionales el gobierno central se ve obligado a resolver pequeños conflictos locales. Los estudios muestran que niveles intermedios de particularismo están asociados a mejor calidad de instituciones y por lo tanto a mayor nivel de desarrollo. La pregunta del millón es si la derrota de los partidos nacionales nos lleva a demasiado particularismo y por lo tanto a menor desarrollo. Mi apuesta es que así es. Ojalá me equivoque.

Publicado en El Comercio, Noviembre 23, 2006

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