Empecemos por una premisa básica: el directorio del BCRP no es un club de políticos jubilados. El hecho que los partidos políticos representados en el Congreso escojan a tres de sus siete miembros no es para darle “empleo” a sus miembros que peinan más canas. La razón de ser que el Congreso tenga esta responsabilidad es por la simple razón que estamos en una democracia y los ciudadanos delegamos en nuestros representantes algunas decisiones. En particular, lo único que los ciudadanos le pedimos al Banco Central y que así está estipulado en su Carta Orgánica es la defensa de la estabilidad monetaria. Así de sencillo.
El problema es obviamente cómo escoger. Algunos quisieran que se exija que sólo vayan personas con amplios estudios de economía y finanzas, otros quisieran que fueran académicos de prestigio, otros podrían sugerir que vayan personas vinculadas a la banca. Finalmente, otros podrían exigir que los candidatos hayan administrado una empresa para que tengan los pies en la tierra a la hora de decidir sus políticas. Al igual que en la elección de los congresistas no podemos poner requisitos porque sería anti-democrático. Obviamente que los ciudadanos confiamos en que los miembros del Congreso de la República entenderán la importancia de esta elección y no tomen el tema como mi hijo menor hacía cuando juntaba el álbum del mundial: “yo te doy esta figurita y tu me das esta otra”.
Los miembros del Congreso deben reflexionar sobre cual es el rol del Banco Central antes de completar su directorio. A mi juicio son dos las principales responsabilidades. Para empezar el Banco Central debe ser el garante de la estabilidad monetaria. En segundo lugar, son una voz calificada e independiente que debe señalar con claridad los potenciales problemas que las acciones del Ejecutivo o del Legislativo puedan provocar en el buen funcionamiento de la economía. Por esta última razón me parece que la decisión del Ministro Carranza de evitar que miembros del Ejecutivo sean parte del directorio es saludable. Recuerden que el BCRP debe emitir una opinión sobre el Marco Macroeconómico Multianual que prepara el MEF. Antes era impensable esperar una opinión independiente si el propio viceministro de Hacienda era parte del directorio. ¿Acaso podría opinar que la política fiscal dejaba mucho que desear? Por eso la gran mayoría de los países en el mundo han ido tratando de hacer más independientes a sus bancos centrales. La lucha contra la inflación que antes era un flagelo característico de América Latina se empezó a derrotar cuando los bancos centrales se volvieron independientes del Ejecutivo.
En plan de sugerir cosas concretas de repente valdría la pena que los congresistas entren a las páginas web de los bancos centrales de la región con mayor prestigio y constaten que una amplia mayoría de los directores son destacados economistas con doctorados en las más prestigiosas universidades del mundo y no políticos muy distinguidos pero que difícilmente podrán aportar en medio de una crisis financiera internacional o de una corrida bancaria local. Hoy el debate en los directorios de los bancos centrales es mucho más técnico y complejo que el de hace 10 años. Habría que pensar que si uno tuviese bajo su responsabilidad escoger este verano quien va a ser el salvavidas de la playa en la que se van a bañar sus hijos probablemente optaría por el mejor nadador, o por lo menos pensaría dos veces en escoger al barrigón en bermudas sólo porque es amigo del dueño del club.
Publciado en El Comercio, Noviembre 16, 2006
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