Thursday, May 25, 2006

El caramelo de Ollanta

Humala ha sostenido que uno de los cambios que son urgentes es la nacionalización de los recursos naturales. Ha señalado que no es posible que los peruanos solo seamos dueños de nuestro oro, plata, cobre, gas o petróleo sólo en la medida que nuestros recursos permanezcan en el subsuelo. Según el comandante candidato los peruanos no somos dueños de estos recursos una vez que estos recursos salen del subsuelo. Es más, el ha señalado que para ello se requiere un cambio constitucional que evite esta desnacionalización de los recursos.

Para los humalistas, será el gobierno quien les diga a las compañías que quieren explotar estos recursos cuanto podrán ganar por ser socios junto con el gobierno. No importa si ya firmaron o no un contrato con el Estado peruano. En cualquier caso tendrán que volver a firmar un contrato que no vulnere los derechos de los peruanos a usufructuar nuestros recursos naturales. Asimismo, los voceros nacionalistas se han apresurado para ratificar lo dicho por su candidato señalando que esto que parece a todas luces una confiscación en realidad no lo es.

Esta propuesta es preocupante. Primero porque somos un país con muchos recursos naturales y no es que precisamente nos hayamos caracterizado históricamente por haber utilizado bien las ganancias que de ahí provienen. Inmediatamente nos viene a la memoria el boom del guano, el caucho, el salitre, las anchovetas, y mejor no sigo. Segundo, porque del otro candidato no parece haber muchas ganas de pelearse por el tema. Lo único que ha señalado nuestro ex presidente es que el nuevo orden mundial ya no permite hacer las cosas de esa manera. Es decir, no porque ya no es “fashion”.

Déjenme usar una analogía que utilizó la profesora de la hija de una amiga. Imagínense que ustedes quieren invertir. Invertir es como comprar un caramelo pero sin saber su verdadero contenido. Como yo soy el dueño del caramelo les digo que acepto vendérselo con una condición. Intrigados ustedes preguntan por la misteriosa condición. Muy suelto de huesos les digo que la condición implica que una vez que compren el caramelo y verifiquen su contenido, yo voy a darle una mordida antes que ustedes. Esa es en esencia la propuesta de Humala.

Inclusive uno podría argumentar que es peor pues se quiere afectar inclusive a quienes hoy ya tienen un contrato firmado. Es decir, inclusive a quienes hayan comprado un caramelo con las leyes anteriores esos también tendrán que pasar por la cola para que el Estado decida el tamaño de su mordida. No importa cuánto ya se arriesgó para desarrollar el proyecto minero o gasífero. No importa si cuando se asignaron esos fondos se hicieron porque resultaba que invertir en Perú tenía mucho más sentido que hacerlo en otro país que respetaba sólo de vez en cuando sus leyes. Es más, dado el antecedente, ninguna compañía que firme el nuevo acuerdo estará a salvo de que el Estado vuelva a arbitrariamente modificar el contrato porque al comandante le parece que las empresas están ganando mucha plata. Por eso, es que en países como el nuestro hasta para comprar un caramelo necesitamos contratos de estabilidad jurídica.
Publicado en El Comercio Mayo 25, 3006

Friday, May 19, 2006

La crisis de identidad del FMI

La semana pasada me invitaron junto con 20 académicos latinoamericanos a conversar durante el día con las más altas autoridades del Fondo Monetario Internacional. En un principio pensé que este seminario era una invitación más para conversar sobre los problemas pendientes de la región y para intercambiar ideas sobre los riesgos de la economía mundial. En realidad, esta reunión era parte de una larga lista de reuniones que las autoridades del FMI están teniendo con distintos grupos buscando encontrar respuestas para una serie de preguntas.

Déjenme poner el problema de una manera más fácil de entender. Para todos los que somos padres, es más fácil que nuestros hijos nos busquen mientras son mas chicos, mas indefensos y sobre todo cuando aun dependen de nuestras propinas. Cuando ellos empiezan a ganar su propio dinero nos resulta mucho más difícil obligarlos a tomar caminos que ellos no quieren. El FMI en cierto sentido parece hoy el padre de varios hijos que ya se graduaron de la universidad, con buenos trabajos, sus cuentas en orden y poco dispuestos a escuchar sus consejos. Más allá del problema de brecha generacional el problema del Fondo es más complejo pues a diferencia de nosotros cuya vejez será más placentera mientras mejor les vaya a nuestros hijos, el presupuesto del Fondo depende enormemente de prestarle a países en crisis. En su rol de banquero en emergencias sus ingresos están determinados por los intereses que cobra a países que se quedan sin recursos para atender sus obligaciones externas. Ahora que sus principales clientes Argentina y Brasil optaron por cancelar todas sus obligaciones el FMI no tiene los recursos que tenia antes.

Los padres que quieren controlar a sus hijos a través de recortarle sus propinas para que se porten bien pueden verse totalmente frustrados si los abuelos son una fácil fuente de ingresos sustitutos. Al FMI le pasa lo mismo. Hoy el financiamiento para los países viene en mucho mayor medida del mercado financiero privado. Es mas, muchos de los países han optado la misma ruta que la economía peruana y hoy están sentadas en una montaña enorme de reservas. De esta manera el FMI esta quedando fuera del juego. La importancia del FMI como estabilizador se reduce enormemente.

De esta manera el FMI que siempre cumplió el papel de doctor para emergencias va a tener que convertirse en el doctor de cabecera de las economías. El problema es que no parece que se necesitara el mismo FMI para hacer algo distinto. Para complicar mas las cosas, los verdaderos problemas –hoy- los tienen países como Estados Unidos o China, hijos muy grandes para que escuchen la solitaria voz del FMI. No obstante, mas de un analista señala que pronto los problemas regresaran y por lo tanto el FMI otra vez sentirá que tiene un rol que cumplir. Por lo pronto estos doctores repasan sus lecciones pues no hay pacientes para poner en practica sus conocimientos.

El problema del FMI se puede resumir en una sola frase. El FMI es muy grande para lo que debe hacer, pero muy chico para lo que quiere ser. El FMI no quiere solo dedicarse a supervisar a las distintas economías del mundo sino evitar crisis financieras mundiales pero por ahora no encuentra la forma de superar esta crisis de identidad.


Publicado en El Comercio, Mayo 11, 2006

Thursday, May 18, 2006

Neblina de segunda vuelta

La semana antepasada regresé por segunda vez en el mes en el vuelo de Miami a Lima. La primera vez me tocó esperar sentado cinco horas encima del avión en Chiclayo, igual que nosotros habían varios aviones en la misma situación. La razón no era otra que la espesa neblina que cubría nuestro aeropuerto limeño sumada a la inexistencia de un mejor radar de aproximación. El avión que debió aterrizar a las 5 de la mañana termino aterrizando después de las diez de la mañana.

La semana pasada la situación se repitió. Otra vez regresando de Miami el avión se acercó a pocos metros de la pista del Jorge Chávez pero debido a la densa neblina el piloto levanto la nariz del avión y con el susto en el estomago emprendimos viaje a Chiclayo. En medio del vuelo el piloto nos anunció que iríamos a Guayaquil pero en el camino otra vez cambió el destino a Chiclayo. Aterrizamos en la capital de la amistad a medianoche y pasadas las tres de la mañana pudimos dormir en alguno de los hoteles de la ciudad. El problema esta vez era que habían 5 aviones de vuelos internacionales antes que nosotros, cuyos pasajeros debían pasar por migraciones y sólo dos agentes de migraciones para ponernos el sello respectivo en el pasaporte. En una operación tipo rescate un bus nos fue llevando de a pocos y esquivando aviones estacionados en la pista de aterrizaje a la sala de espera. Obviamente la sala de espera del aeropuerto no alcanzaba ni siquiera para los 300 pasajeros de nuestro vuelo.

Por regulaciones de los sindicatos de los pilotos el vuelo sólo podría salir luego de que el capitán descansara 18 horas. Eso nos puso en lista de despegue a las 11 de la noche del día siguiente. Obviamente, por ley de Murphy, nuevamente el piloto tuvo que mandarnos de vuelta a los distintos hoteles pues la neblina hacia imposible aterrizar en Lima. La siguiente convocatoria fue para las 11 de la mañana del día siguiente. Para estas horas, los pasajeros ya nos conocíamos más que por los nombres por la ropa que llevábamos puesta encima. Esta vez llegamos a Lima a salvo luego de sólo 40 horas de retraso.

En medio de toda la confusión las historias de conexiones perdidas, vueltas a hacer y vueltas a perder eran interminables. Muchos optaron por aprovechar el inconveniente y varios de nosotros asumimos nuestro rol de guías/promotores turísticos y sugerimos a más de un extranjero que visitaran el espectacular Museo de las Tumbas Reales de Sipan, que compren King Kong y que se animen a probar un cebiche con chifles. Curiosamente mientras los hoteles en Lima, Cuzco, Madre de Dios perdían clientes, no había una sola cama disponible en Chiclayo. Mientras los taxistas de Lima se regresaban a sus casas tras el anuncio del cierre del aeropuerto por neblina, los taxistas chiclayanos daban la décima vuelta aeropuerto-hotel-aeropuerto en su Tico.

Entre tanto alboroto pensé en lo fácil que nos resulta adaptarnos a la realidad cuando no hay otra cosa más que aceptar que las cosas son como son y es todo lo que hay. Por un momento recordé a los candidatos en campaña y se me pararon los pelos de punta de lo fácil que le resulta a mucha gente aceptar que tendrá que decidir su voto entre Alan y Humala en medio de la neblina de propuestas.

Publicado en El Comercio, Mayo 18, 2006

Friday, May 12, 2006

Nacionalizar o Renegociar Unilateralmente es Confiscar

Me causa gracia que ahora que Evo Morales se decidió por nacionalizar los recursos de gas y petróleo con fuerzas militares incluidas, la gente del Partido Nacionalista sufre para decir que lo que van a hacer es igual pero distinto. Aparece un representante y dice que lo que van a hacer es nacionalizar y eso no tiene nada que ver con estatizar o confiscar. Sale otro y dice que en Bolivia no se ha conversado con las empresas y que aquí de lo que se trata es de conversar con las empresas y que solitas acepten ganar menos. En ese sentido, Alan García ha dicho que esas políticas están pasadas de moda, que así no se hace. Pero también dijo algo muy importante, señaló que las empresas tenían que entender que están ante la siguiente alternativa: o lo pierden todo o pierden algo. Claro, puesto así cualquiera prefiere perder sólo un poco. Esa renegociación de contratos cuando no es voluntaria también es confiscación. Si una de las partes altera el contrato sin que la otra esté dispuesta a hacerlo eso es una confiscación simple y llanamente.

Esta confiscación puede disfrazarse de mil maneras pero siempre seguirá siendo confiscación cuando esta no sea voluntaria. Por ejemplo, puedo directamente entrar con tanques a los yacimientos de petróleo o mandar paracaidistas a tomar Camisea. También puedo obligar a la empresa a que acepte que parte de su capital sea del Estado. Otra forma es obligar a la empresa a venderle al Estado toda su producción y será el Estado quien le pagará un precio por esto. También puedo disfrazarla de un impuesto a las sobreganancias y decir que Estados Unidos también lo hace. Todas estas formas son confiscaciones en un sentido o en otro. Nadie niega que alguno de los contratos firmados sea perjudicial para el Estado y si fuera así debería ser renegociado. Pero el Estado no puede aprovechar su posición para hacer las cosas de manera arbitraria y sin consultar a los involucrados. Ese es su reto y su responsabilidad.

Vale la pena recordar que la institución del Congreso fue creada hace más de 600 años atrás justamente para evitar que los gobernantes autoritariamente confiscaran a los ciudadanos a través de impuestos. Los gobernantes podrán decir que es un acto de soberanía y seguirá siendo una confiscación. Podrán decir que esto servirá para terminar con la pobreza y no por eso dejará de ser una confiscación.

Pero pensemos por un momento por qué razones la gente dice que este tipo de políticas son un desastre. Lo primero es el tema de violación de contratos. Los países que no les importa respetar acuerdos entre dos partes no pueden esperar que las empresas estén dispuestas a invertir grandes sumas de dinero y menos en proyectos de largo aliento. Lo segundo es que una cosa es entrar a operar directamente las empresas y otra es fijar una serie de reglas de operación sin comprometer la administración privada. Pongamos los pies en la tierra y entendamos que (1) el Estado no tiene los recursos para pretender explorar en serio, (2) el verdadero sector estratégico del país es la educación donde lo que abunda es una pésima intervención del Estado. ¿Por qué no nos dedicamos a corregir lo que realmente está mal en el país en vez de seguir la fiesta del Chávez?

Publicado en El Comercio Mayo 11, 2006

Monday, May 01, 2006

Menú para otorongos

Esta historia ficticia es sobre una persona que ganó con mucho esfuerzo y entre muchos competidores la licitación para atender el comedor del Congreso. Al comienzo todo estaba muy bien y los congresistas comían felices y contentos disfrutando la buena sazón del chef. Pero, al cabo de un tiempo de estar atendiendo el dueño del restaurante se dio cuenta que cada mes de cada diez billetes de cien soles que recibía uno era falso. Frente a esta situación, ordenó que nadie pagara con billetes de cien soles. Desafortunadamente, el mes siguiente el problema seguía pero ahora la estafa se daba con los billetes de cincuenta soles.

Frustrado se puso a sacar cuentas y se percató que esos ingresos que no recibía estaban poniendo en riesgo su rentabilidad y que debía de hacer algo para contrarrestar esta enojosa situación. Esta vez no se le ocurrió mejor idea que poner un cartel que decía “los precios subieron porque hay un cliente que siempre paga con billetes falsos”. Naturalmente, la mayoría de los comensales se quejaron amargamente pero el dueño no estaba dispuesto a ceder y les explicó que pagar con billetes falsos era exactamente igual a no reconocer las deudas que uno voluntariamente asume. Es más, les insistió que el no iba a tolerar que la situación continuara porque si no subía los precios el tendría que sencillamente cerrar el negocio y dedicarse a atender a un público menos tramposo.

Frente a eso los congresistas de la mesa de atrás le insistieron que no podía ser que justos pagaran por pecadores, que era una barbaridad y un atropello y cinco minutos más de argumentos mientras terminaban de digerir un suculento lomo a lo pobre. Frente a lo cual, el concesionario no tuvo más que recordarles que si el aceptaba esos billetes falsos era exactamente igual que condonar deudas. Esas palabras fueron suficiente para que los padres de la patria se levantaran indignados y en protesta se retiraron sin pagar la cuenta.

El concesionario aún más frustrado le contó el problema a un amigo quien le dijo que lo único que el necesitaba era una de esas lámparas con luz ultravioleta que permiten detectar si los billetes son falsos. Nuestro amigo concesionario inmediatamente se fue a comprar uno de esos dispositivos y al llegar al Congreso retiró el infamante letrero. Fin del problema y de la historia.

La pregunta que queda para ustedes es qué mecanismo, similar a la luz ultravioleta, se puede utilizar para evitar las condonaciones de deuda. La respuesta es solamente a través de mostrar la frescura de algunos congresistas de aprobar leyes que los benefician a ellos directamente. ¡Si yo pudiera imprimir mis propios billetes tampoco tendría deudas con nadie! Aunque uno quisiera que el sistema financiero castigue a aquel deudor que se favorecería con una condonación en realidad no es culpa de dicho deudor que algunos congresistas quieran almorzar con mantel largo y luego quieran que alguien pague sus deudas. Esperemos que el Ejecutivo observe una ley en este sentido y que la opinión pública anote cuales son los congresistas que quieren pagar sus deudas con nuestros billetes en lugar de sacar de su propia billetera.

Publicado en El Comercio, Abril 27, 2006