Empezaré por reconocer que Chávez no es mi político favorito, aunque pensándolo bien no tengo ninguno que me diera pena que se jubile o algo así. Luego de leer este fin de semana el estupendo ensayo sobre Bolívar de H. Morote, el Libertador también se me cayó del caballo. Pero como economista lo que más me molesta de Chávez es su pretensión de ir en contra de lo que obviamente está errado. La última de sus movidas ha sido la introducción de lo que han llamado el “bolívar fuerte”. A partir del 1 de enero de este año el bolívar fuerte sustituirá al bolívar quitándole tres ceros a todos los precios. De esta manera un bolívar fuerte se canjeará por 1000 bolívares (débiles). Para nosotros que hemos vivido varias de estos eventos antes no nos sorprende demasiado. Lo único que realmente sorprende es la elección del nombre.
Si algo nos queda de lección de nuestra azarosa historia monetaria es que cada cambio de signo monetario viene impuesto por las circunstancias. Y no necesariamente porque estas circunstancias sean favorables para el país sino todo lo contrario. El cambio de signo monetario es un walkover, es un abandono. Es reconocer que se perdió la pelea con la inflación que nos llenó de ceros todos los precios y nos hace tan complicada la vida que no nos queda otra que borrarlos tan artificialmente como artificialmente se introdujo más billetes de una moneda que nadie quiere tener en la mano pero que el gobierno hace lo indecible para evitar que desaparezca su uso. El bolívar (débil) en Venezuela estaba fijado al dólar al precio de 2150 bolívares por dólar. Obviamente que ese precio no tiene nada que ver con la realidad. En el mercado negro (¿se acuerdan esas épocas?) el debilitado billete verde se tiene que pagar a mucho más allá que el doble. La última vez que me fijé el tipo de cambio del mercado informal estaba en más de 5000 bolívares por dólar. A pesar de que en los últimos años el barril del petróleo en el que está sentado Venezuela pasó de 10 dólares a 100 dólares, hoy Venezuela no le queda otra que cortar ceros por decreto. Lo lógico hubiera sido que su moneda se aprecie fuertemente dada la excelente coyuntura internacional y en particular los precios del petróleo que equivalen a un shock de mayor riqueza.
Pero el comandante presidente se ha encargado de hacer añicos el valor del bólivar débil y ahora pretende fortalecerlo cambiándole el nombre. Venezuela volvió a ocupar el primer puesto de inflación más alta en la región este 2007 con más de 20% y todos los pronósticos apuntan a que esta inflación se disparará aún mucho más considerando que los múltiples controles de precios han terminado por desalentar la producción de bienes generando escasez de muchos productos de la canasta básica. El gobierno actual, a pesar de los abundantes recursos del petróleo, se da maña para tener un creciente déficit fiscal que terminará por encima del 2% en el 2008. Como parece que el petróleo no bajará de los niveles astronómicos de estas semanas parece que la piedra en el zapato para la viabilidad política futura de Chávez curiosamente será la velocidad con la que el bolívar fuerte se debilite. Mientras más rápido eso ocurra, más rápido tendrá que hacer maletas y dejar la revolución bolivariana a medias.
Así como el papel aguanta todo, parece que a la música le pasa lo mismo. El Banco Central de Venezuela estrenó una pegajosa canción infantil para promocionar el uso de la nueva moneda: “una economía fuerte, un país fuerte y un bolívar fuerte”. OK pana, pero a mí me pagas mi sueldo en euros, ¿estamos?.
Publicado en El Comercio Enero 10, 2008
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