No hay necesidad de ir a la isla Trinidad para desafiar la gravedad (de los años) y la flexibilidad (de los huesos) y bailar al ritmo de la música tratando de pasar por debajo de la barra horizontal en el juego del limbo. La gente gritará a su alrededor alentándolo que tan abajo puede ir. Hoy la situación económica nos obliga a pasar por un juego con muchas coincidencias al limbo. Todos se preguntan, como en el limbo, que tan bajo puede caer el tipo de cambio. En realidad la pregunta más importante no es esa sino que tantos pueden ser lo suficientemente flexibles como para sobrellevar un tipo de cambio aún más apreciado. Hace unos meses la barrera psicológica era 3 soles por dólar. Estas semanas la nueva barrera psicológica se ha venido cambiando con rapidez de 2.90 a 2.80. Seguramente pronto estaremos discutiendo lo que tendríamos que hacer para evitar que el tipo de cambio regrese a 2.70.
Curiosamente el baile del limbo simboliza para algunas tribus africanas un triunfo de la vida sobre la muerte. Aquellos que logran pasar la prueba digamos siguen vivos a pesar de la adversidad. Obviamente que está terminantemente prohibido en el juego sujetar la valla para que esta no se caiga. La idea es que triunfa el flexible no el que cambia las reglas. Esto me suena a la propuesta que ayer se comentaba en el diálogo entre ADEX y CONFIEP donde surgió la idea de elevar la meta de inflación del BCRP para que así este pueda bajar su tasa de referencia. La lógica de esta medida es señalar que lo que está atrayendo dólares a nuestras costas es la diferencia entre la tasa del BCRP y la de la Reserva Federal. Diferencia que con toda seguridad se ampliará la próxima semana cuando la FED opte por una reducción más de su tasa de referencia. Pero como hoy enfrentamos más inflación no podemos arriesgarnos a bajar la tasa. Entonces... y aquí viene la sugerencia planteada: aceptemos más inflación bajando la tasa de referencia que a la vez reducirá la brecha de tasas de interés que evitará la masiva entrada de divisas. La cual se suponía reducía la inflación. ¿No se entiende, no? No se preocupe. El problema no es usted, es que la sugerencia es errada.
Si los empresarios en su planeamiento estratégico de fin de año no discutieron la posibilidad de un escenario con el dólar a 2.50 creo que es momento de que dediquen un día o dos a hacerlo. Ninguno de los elementos financieros que podrían revertir la caída del tipo de cambio está actualmente favoreciendo esa tendencia. Veamos con cuidado cada una de ellas. (1) La FED seguirá bajando sus tasas hasta que no encuentre señales que la economía norteamericana vuelve a mostrarse dinámica y eso no pasará sino hasta entrado el último trimestre de este año con mucha suerte. (2) Nuestro Banco Central va a soportar varios meses más de inflación al alza y por lo tanto difícilmente podrá modificar su tasa.
Sin embargo, los elementos de comercio exterior si podrían empezar a apoyar una desaceleración de la caída del tipo de cambio. Es previsible que una parte de nuestras exportaciones pierda dinamismo producto más de la recesión mundial que de la apreciación cambiaria. Esta semana el BCRP publicó un estudio donde demuestra que nuestras exportaciones no son sensibles al tipo de cambio. Y esto es así para empresas grandes y chicas. Asimismo, se espera que los términos de intercambio sigan una tendencia desfavorable y por lo tanto presionando hacia un tipo de cambio más depreciado. En resumen, es momento de preguntarse como lo hacen en Trinidad al ritmo de los tambores: How low you can go? La receta seguro está en su capacidad de ser flexibles, es decir competitivos. Y si no lo son entonces habrá que buscarse otro baile que sea más fácil.
Publicado en El Comercio, Marzo 13, 2008
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