Friday, April 23, 2010

¿Proteger o causar daño?

Qué difícil les resulta entender a nuestros hijos que nuestras negativas a algunos de sus pedidos son pensando en su bienestar. Del mismo modo, a nosotros como padres nos cuesta entender que nuestra actitud protectora muchas veces causa más daño que bienestar. Le pasa lo mismo al Congreso que ignora que algunos de sus proyectos de ley aparentemente protectores terminan causando más daño a quienes ellos querían proteger.

El tema estos días es la intención de proteger a usuarios del sistema financiero que por ignorancia o por falta de entendimiento terminan sujetos a una supuesta práctica abusiva de las entidades del sistema financiero que consiste en compensar las deudas pendientes que estos clientes tienen utilizando el dinero depositado en alguna de sus cuentas. En simple esto se refiere a que se cobren cuando nosotros hace tiempo hemos dejado de pagar nuestras obligaciones. Más que abuso hay poca conciencia de lo que uno firma al asumir una deuda con una entidad bancaria.

¿Por qué nos presta un banco? En una palabra porque podemos demostrarle que seremos capaces de devolverles la plata. Demostrarle puede ser a veces algo tan costoso que el banco va a preferir no prestarnos. Un préstamo a una persona de bajos ingresos no es negocio para un banco si no tiene una garantía adecuada y un costo de verificación bajo. Por ello se necesita que nuestra garantía sea de muy fácil ejecución. En un préstamo vehicular la garantía que ponemos es el auto que nos estamos comprando. Si por alguna razón no pagamos el banco utilizará el auto para compensar dicha deuda impaga. Si en vez del auto pusiéramos otras propiedades el banco nos aumentaría el costo del préstamo pues le es más difícil cubrirse las espaldas si decidimos no pagar.

Mientras más líquido sea lo que ponemos como respaldo será más fácil para el banco acceder a prestarnos. Por eso, cuando empezó a prestarse con la garantía de poder compensar deudas con nuestro dinero depositado en alguna cuenta bancaria se pudo empezar a prestarle a personas que tenían ingresos mucho menores. Antes toda esa población no estaba bancarizada, se prestaba a tasas aún más altas, con condiciones inclusive más severas, y por cierto no reguladas. ¿A quién creemos estar protegiendo?

Publicado en El Comercio Abril 30, 2010