Es indudable que en estos casi cinco años de gobierno se ha avanzad mucho en materia de generación de riqueza y en reducción de pobreza. Hoy, nos enfrentamos a una elección entre dos candidatos que ponen énfasis en aquellas promesas que los acercan a un triunfo en las urnas. Pero pasada la elección quien ocupe Palacio de Gobierno se enfrentará con la necesidad de volver a echar andar la maquina de generar riqueza del país: la inversión privada. El sorpresivo triunfo en primera vuelta de un candidato inesperado por el mercado y los continuos cambios de opinión respecto al plan original del candidato de Gana Perú han hecho que los proyectos de inversión privada se paren en seco. Los temores de un sobrecalentamiento de la economía peruana se han desechado de un plumazo y el gobierno ahora no sabe que hacer con la política fiscal.
Si tuviese que resumir las grandes apuestas que este gobierno asumió para que la economía crezca mencionaría tres de ellas. La primera fue apoyar decididamente la apertura de la economía al mundo entendiendo que nuestro mercado es el mundo, ahora tenemos TLCs con las economías más importantes del mundo y recientemente hemos hecho lo mismo con las economías más dinámicas de la región. La segunda fue un compromiso muy fuerte por la inversión privada entendiendo que la pobreza se resuelve de manera permanente con empleos formales que sólo aparecen con mayor inversión. La tercera fue apostar por una reforma de la educación pública promoviendo la meritocracia en la carrera pública magisterial. En estas tres apuestas el rol del presidente García fue decisivo.
Estas apuestas han sido exitosas, el Perú hoy tiene un ingreso por habitante mucho mayor al que teníamos. Sin ninguna duda faltó mucho más por hacer. El reto para el nuevo presidente es entender que este mecanismo, la inversión privada, es el mejor instrumento para promover formalización, para reducir pobreza, para aumentar empleo, para mejorar la calidad de vida de todos los peruanos.
Estamos inundados de promesas que privilegian la redistribución de la riqueza entre distintos sectores de menores recursos de la población que se financiarán mágicamente. Eso es lo que la mayoría de la gente quiere escuchar. A todos les gusta probar el menú, a nadie pagar la cuenta.
Publicado en El Comercio Mayo 2011
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