Los países en desarrollo como el
Perú viven discutiendo como seguir creciendo en medio de los nubarrones
externos. Hace unos meses Daron Acemoglu,
profesor de MIT, y James Robinson, profesor de Harvard, publicaron un libro que
es muy interesante leer en estos tiempos. El libro se llama: ¿Por qué las
naciones fracasan? Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza. Los
autores discuten cuáles son esas razones que a lo largo de la historia han
permitido que las naciones progresen. Luego de descartar contundentemente que
la cultura o la geografía sean las razones que impiden que las economías
continúen su camino a la prosperidad, los autores construyen el caso para
sugerir que lo que realmente importa son las instituciones.
En particular, su argumento es
que hay dos configuraciones en las instituciones económicas y políticas que son
fundamentales. Se refieren a cuál es la forma como se organizan los incentivos
económicos en los distintos mercados y cómo se distribuye el poder. Los autores
clasifican a las instituciones económicas y políticas en inclusivas o
extractivas. En el caso de las instituciones económicas inclusivas se menciona
la defensa de la propiedad privada y la competencia en los mercados. No están
hablando sólo de mercados libres sino de mercados inclusivos. Se dice que son
inclusivas porque el esfuerzo personal es recompensado directamente a quien lo realiza,
pero todos los ciudadanos tienen oportunidades porque el Estado se preocupa de proveer
un piso parejo. Estas instituciones son fundamentales para la innovación, un
elemento indispensable en la transición al desarrollo para las economías de
ingresos medios. No se puede esperar que haya innovación donde quien hace el
esfuerzo no puede apropiarse de las rentas que genera dicha innovación. Para
eso se necesita que la propiedad privada se garantice y eso requiere no sólo
reglas económicas predecibles sino un sistema judicial que no deshaga
sesgadamente los derechos de cada parte involucrada.
Pero el problema está en que
para tener instituciones económicas inclusivas se necesita tener instituciones
políticas que también sean inclusivas y no extractivas. En estas últimas, el
poder se utiliza por unos pocos para provecho propio sin que nadie ponga algún
balance o freno a sus decisiones. Estas élites se benefician y sus niveles de
ingreso pueden ser como los de las élites de los países desarrollados pero a
costa de imponer un freno al resto de la sociedad y de la economía. Ejemplos
abundan en la historia y en el presente: desde los conquistadores españoles
hasta Carlos Slim en México. Este tipo de instituciones políticas imponen
barreras a la competencia y se apropian los recursos de la mayoría gracias a su
poder.
Es interesante reflexionar si
nuestras instituciones políticas tanto a nivel nacional como descentralizado
son inclusivas o extractivas. Claramente la actuación reciente de muchos gobiernos
descentralizados pareciera ignorar lo que beneficia a la mayoría de sus
poblaciones. Además, lo más preocupante es que no pareciera que hubiera nada a
nivel central o descentralizado que ponga algo de balance frente a presidentes
regionales que optan por imponer obstáculos al progreso de sus
poblaciones.
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