A lo largo de la historia los países han
resuelto sus problemas de exceso de endeudamiento con algún tipo de
incumplimiento de sus deudas. De ese modo se resuelve casi aritméticamente el
problema. No siempre es tan fácil como suena porque se tiene que elegir a quien
se le administra el veneno, es decir, a quien no se le paga. Lo más usual es que
se haga por la vía de mayor inflación. La ventaja de esta alternativa es que la
inflación es un impuesto que no se legisla. Mayormente los afectados terminan
siendo quienes viven en el país.
Otra opción es concretar un recorte sobre
el valor de la deuda del país. Esto típicamente es complejo porque nadie de
buena gana aceptará que le pagan menos por su dinero. No hay formas ordenadas
de hacer esto y estas restructuraciones siempre resultan un largo y costoso
proceso de negociación. Por ello, es que muchos autores sugieren que los
contratos de deuda incluyan cláusulas explícitas donde se anticipe un mecanismo
de restructuración si es que alguna contingencia muy mala ocurre en el país. Estas son las llamadas cláusulas de acción
colectiva que permiten que múltiples acreedores estén forzados a ponerse de
acuerdo ante un incumplimiento de pagos. Esto actúa como un seguro para el país
y para los acreedores pues se establece de antemano como se resolverá la
disputa y se evita soluciones arbitrarias como la impuesta por Argentina bajo
el presidente Nestor Kirchner.
En el caso de Chipre, miembro de la Unión
Europea, se ha buscado que el fondo
necesario para estabilizar la economía no sólo provenga del mecanismo que tiene
el Banco Central Europeo sino que una (tercera) parte del paquete sea provenga
de un impuesto a los depósitos bancarios de alrededor del 15 por ciento. La
racionalidad de esto es que estos depositantes se han beneficiado de retornos
por encima de lo normal al tener en sus balances deuda griega. Las tasas de
interés que ofrecían los bancos griegos eran mucho más altas que el resto de
bancos de región y eso indicaba que eran más riesgosos. La salida era vista con buenos ojos por
muchos porque 40 por ciento de los dueños de esos depósitos eran rusos que no
están pagando nada del costo del ajuste europeo. Sin embargo, la medida fue tan
mal diseñada que también incluía a los depositantes con montos menores. Tal
como era de esperarse el Parlamento chipriota rechazó esta semana imponer una
expropiación pura y dura sobre los depositantes. Los parlamentos se crearon para evitar que los
gobiernos crearan impuestos de naturaleza expropiatoria como el que se propuso.
La pretendida solución ahora traerá nuevos
problemas y mayor necesidad de financiamiento pues tras el largo feriado
bancario los depositantes preferirán esperar con su plata en la mano y no con
la angustia que la nueva solución incluya parte de sus ahorros en el sistema
financiero. Chipre tiene un sistema financiero que es enorme para su economía
(7 veces su PBI y no 0.4 como en Perú). Mientras más se prolongue el problema
mayores serán las necesidades de financiamiento, mayor el riesgo de una
estampida de depósitos y de un colapso del sistema de pagos. ¿Se imagina una
semana sin bancos? Las alianzas se
rompen en los eslabones más débiles de la cadena: hoy ese es Chipre. Este error
puede ser muy caro para el futuro del Euro.
Publicado en El Comercio, Marzo 23, 2013
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