Hay pocas cosas más odiosas que pagar
impuestos pero son la herramienta principal para que los gobiernos tengan
recursos. Un reciente libro del Banco Interamericano de Desarrollo, editado por
Ana Corbacho, Vicente Fretes y Eduardo Lora, explora la política impositiva de
los países de la región. Lo interesante de este libro es que lejos de sólo
preocuparse por si los impuestos que tenemos rinden o no lo que corresponde,
parten de la premisa que los impuestos pueden ser utilizados como una
herramienta en las políticas de desarrollo de nuestros países.
Empiezan tratando de exorcizar algunos
mitos referidos a la discusión pública sobre los impuestos en la región. Por
ejemplo, no es tan cierto que cobremos pocos impuestos cuando miramos economías
de igual nivel de desarrollo económico. América Latina impone una carga
impositiva equivalente al 17 por ciento
del impuesto sobre los ingresos mientras que lo que uno debería esperar es 20
por ciento. Además, en la última década, la recaudación subió 2.7 puntos porcentuales
del PBI, que no es poco. Lo que si es cierto para toda la región -en su
conjunto- es que somos muy malos para cobrar impuestos a la propiedad.
Otro mito es que los impuestos son
regresivos, es decir, afectan en mayor medida a las familias de menores
ingresos. En realidad cuando se mide por cuanto gastan las familias el
resultado dice que no hay ninguna regresividad. En realidad uno quisiera que
exista progresividad pues los impuestos son una potente herramienta de política
social que no simplemente no se usa.
Si hay una lección clave en la región
respecto al impuesto a las ventas es que tener productos exceptuados atendiendo
a justificaciones de apoyo a los más pobres (por ejemplo, alimentos de la
canasta básica) no es una manera efectiva. Mejor es no tener ninguna excepción
y redistribuir por programas condicionados y focalizados.
Un mito que sí es verdad es que hay
abundante evasión, especialmente en los impuestos a los ingresos donde se
alcanzan niveles cercanos al 50 por ciento en promedio para los diez países que
se tiene información. Hay muchas opciones para hacerlo y son aprovechadas en
todos los países. El último mito es sobre la debilidad de las agencias
encargadas de recolectar impuestos. Lo cierto es que en muchos países se les
debilita porque los sistemas impositivos son tremendamente complejos para los
ciudadanos y por lo tanto a la hora de fiscalizar será muy difícil y costoso
verificar su cumplimiento.
En materia de reformas los autores sugieren
que lo esencial es usar la potencia redistributiva de los impuestos. En segundo
lugar, se debe hacer un esfuerzo por simplificarle la vida al contribuyente que
eso redundará en una mayor capacidad de fiscalización. En tercer lugar donde
hay sistemas descentralizados es importante evitar que la generosidad de las
transferencias del gobierno central no sea un incentivo a no recaudar recursos
propios como los impuestos prediales.
Finalmente, los impuestos tienen el reto de
promover el crecimiento económico, favorecer la movilidad y la igualdad social.
Los impuestos pueden también ser utilizados para modificar el comportamiento de
las personas hacia opciones más responsables con el ambiente. Vale la pena
revisar este libro para mejorar nuestros sistemas impositivos.
Publicado en El Comercio, Mayo 18, 2013
1 comment:
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