Thursday, March 31, 2005

El daño de las salvaguardias

Dentro de todo el arsenal de políticas que tiene un Estado para comerciar con otras economías hay uno de ellos, las salvaguardias, que se utilizan cuando desde esa otra economía se importan bienes que pueden afectar gravemente algún sector productivo nacional. Aquí la palabra clave es gravemente. El país debe poder probar ante el resto del mundo que existe el daño grave. Si no fuera así este mecanismo se utilizaría de manera masiva con la excusa de que está generando daño y sencillamente sería un serio obstáculo a que los países comercien entre sí.

En el Perú se aprobó -bajo esta justificación- la aplicación de salvaguardias para 20 tipos de bienes importados ligados al sector de confecciones. El Indecopi quien es el llamado a probar técnicamente la existencia de este daño grave ha mostrado exactamente todo lo contrario. En su informe se puede encontrar que la producción de confecciones subió, que el sector ha aumentado su demanda por electricidad, que el empleo en las micro y pequeñas empresas mejoró.

Es más el propio Indecopi le pidió al Ministerio de la Producción generar la información necesaria para un mejor análisis del problema. Los resultados del censo del ministerio muestran que entre el 2003 y el 2000 la producción creció 20 por ciento, las ventas aumentaron 12 por ciento, el nivel de ingresos aumentó en 18 por ciento. Finalmente el empleo, medido por el número de trabajadores aumentó en 42 por ciento. Es decir, si eso es daño grave que nos sigan pegando.

Lo que muestra la data del ministerio es que ha habido un comportamiento desigual entre las ventas al mercado interno y al mercado externo. Mientras las primeras aumentaron 3 por ciento las ventas al exterior aumentaron 23 por ciento. Parte de esto es totalmente explicable porque en la salida de la recesión la demanda interna demoró en recuperarse. Parte de esto también se debe a que probablemente el segundo sea un mercado mucho más rentable y es parte de una decisión de la empresa que opta por vender en mayor medida al extranjero no como una estrategia de supervivencia sino como una estrategia de aumentar sus márgenes de operación. El efecto del ATPDEA está reflejado en estas cifras así como en el creciente número de empresas de confecciones dedicadas a la exportación.

Del otro lado del análisis está cuanto nos ha costado imponer salvaguardias cuando no teníamos razones para hacerlo. Nos hemos enfrentado a China mientras otros países vecinos han aprovechado para consolidar sus lazos comerciales. El que la economía china sea el principal motor de crecimiento de la economía mundial en los últimos años por lo visto no importa. En este mundo globalizado la estrategia de integración es clave y pisarle los uñeros a la economía más dinámica del mundo sin ninguna justificación parece el peor error que uno podría cometer. Esperemos que los números ahora hablen más fuerte que los políticos.

Publicado en El Comercio. Marzo 31, 2005

Thursday, March 24, 2005

¿La gente correcta o los productos correctos?

Mis tíos Gaby y Vlady fundaron hace muchos años una pequeña tienda atrás del cine San Antonio donde vendían los jugos de frutas y las tortas más ricos de Lima. Para mi era la visita más ansiada. Hoy cada uno tiene su propio negocio y cuidan a sus maestros reposteros porque saben que el fruto de ese talento es lo que añade cada día a su bien ganada reputación en todos estos años.

Una empresa de servicios nace muchas veces a partir de reconocer que uno sabe que hay cosas que hace mejor que el resto. Sin embargo, uno no lo puede hacer todo y necesita de un equipo de gente que ayude a ser competitivo. Si yo tuviera una empresa me aventuraría a señalar que si mi selección de la gente fue correcta probablemente me hubiera ido bien. El problema con esta visión de desarrollo empresarial es que supone que mis clientes siempre van a escoger los productos o servicios. Esa es una visión estática de los negocios. El siguiente año a mi empresa le puede pasar como a muchas empresas, que de pronto mis clientes, o debería decir los potenciales clientes en general deciden que ahora quieren otra cosa. Este tipo de problemas es más significativo en aquellas empresas donde el producto o servicio que se vende depende fundamentalmente de las personas que trabajan ahí. No lo es tanto si es que las personas no son un insumo fundamental en el proceso de producción del bien o servicio que dicha empresa comercializa.


Déjenme aterrizar con un ejemplo. Supongamos que pongo mi restaurante en un excelente lugar y contrato a un chef mediocre y a unos mozos que no pueden diferenciar la Inca Kola de la Coca Cola. Lo más probable es que por más que yo me esfuerce en comprar los productos más frescos y decore el lugar de la manera más ‘fashion’ el local pronto será cerrará para dar paso a otra empresa.

Dada esa primera experiencia inauguro un nuevo restaurante esta vez escogiendo un excelente chef y los mejores mozos de Lima. Este grupo de gente podrá mantener y ampliar mi segmento del mercado independientemente de si hoy la gente la gente prefiere rissotos y mañana ensaladas. Es crucial tener la gente correcta. Es más, en este tipo de negocios una vez que se pierde a la gente clave probablemente el negocio deje de serlo.

Por eso resulta fundamental tener en las empresas de este tipo una efectiva gestión de los recursos humanos. Un sistema de incentivos que premie la capacidad de cada trabajador de generar valor para la empresa. Un sistema de selección y ascenso de personal que no esté basado sólo en el hecho que el trabajador tiene puesta la camiseta de la empresa un montón de años. En algunos casos habrá un claro compromiso con la empresa, pero en otros casos será porque nadie más quisiera emplearlo. Aquellas empresas que no tengan estos sistemas en línea vivirán bajo la constante amenaza que alguien más haga lo que ellos no están haciendo y los saquen del mercado.

Volviendo a la historia de mis tíos, hoy ninguno de ellos hace el postre que a mi me gustaba cuando yo tenía diez años pero sólo soy uno entre sus muchos clientes.

Publicado en El Comercio, Marzo 24, 2005

Wednesday, March 16, 2005

El otro riesgo país

Si usted y yo tuviéramos dinero para invertirlo podríamos hacer una de dos cosas. Una primera opción sería prestarlo a alguien y recibir una tasa de interés por eso. Hay varias formas de hacer eso, pero sea cual sea la forma siempre hablaremos que lo que nos hemos comprado es un activo financiero. Tenemos un papel que dice que alguien nos debe dinero.

Una segunda opción es comprar un activo físico. Es decir, poner una fábrica, una tienda, un restaurante o lo que fuera. En este caso recibiremos a cambio de nuestra inversión una cantidad de dinero que si es mayor a la tasa de interés que recibíamos en el otro caso estaremos contentos de haber tomado el riesgo de invertir en esto.

En realidad en ambos casos hay riesgo. En el primer caso y cuando se trata de países uno escucha hablar sobre el riesgo país. La idea es simple. El país ha optado por emitir deuda soberana y alguien voluntariamente ha decidido comprar ese papel que ofrece un determinado rendimiento. Por supuesto que si el gobierno pasa por una crisis fiscal o una crisis de balanza de pagos sencillamente no tendrá para pagar sus obligaciones y tendrá que decidir no cumplir con el pago de su deuda. Eso es hacer ‘default’, en criollo, perro muerto.

Hoy nuestro riesgo país es el tercero más bajo de la región. Anda alrededor de 200 puntos básicos. Es decir, si EEUU puede tomar deuda a 4 por ciento a 10 años, nosotros tenemos que pagar 2 por ciento más, o sea, 6 por ciento. No está mal. Hace unos años saltábamos en un pie si el riesgo país era menos de 400 puntos básicos. En la región sólo México y Chile nos ganan.

Muchos señalan que las calificadores de riesgo hace rato nos deberían haber subido la categoría, pero que son otros factores los que hacen que aun no nos graduemos a la categoría de grado de inversión. Es decir, país en serio.

Pero, cuando lo que uno hace es invertir en activos físicos en un país existe otro riesgo. Ese es el riesgo que la tasa de retorno de tu empresa no depende de tu esfuerzo, de tu capacidad, o de la de tus trabajadores. El Presidente de Argentina nos ha puesto un ejemplo clarísimo esta semana. Se amargó con Shell por subir el precio de los combustibles cuando estos están en la estratosfera y llamó a los ciudadanos argentinos a hacerle un boicot a Shell. Resultado: Shell está facturando 70 por ciento menos que hace una semana. Si la tasa de retorno de las empresas de un país depende tan fuertemente de la voluntad o de las decisiones del gobierno de turno entonces no somos un país en serio y estamos lejos de recibir el grado de inversión.

Cada uno de ustedes que maneja o trabaja en una empresa debería preguntarse cuanto de la rentabilidad de esa empresa depende de lo que ustedes hacen y que proporción de lo que el gobierno decide o deja de hacer. Mientras más dependan de lo que el gobierno hace o deshace mayor será el tamaño del otro riesgo país.

Publicado en El Comercio Marzo 17, 2005

Thursday, March 10, 2005

¿Un respiro para Argentina?

El presidente Nestor Kirchner y su ministro de Economía, Roberto Lavagna, respiraron tranquilos después de la confirmación que un 76 por ciento de los tenedores de la deuda en default aceptó tomar la oferta argentina de canje con un significativo descuento de 70 por ciento. En palabras sencillas cada uno de estos acreedores cambiará 100 dólares de deuda vieja por 30 dólares de deuda nueva. Hasta hace un par de meses una gran proporción de analistas veía este ofrecimiento como parte de una prueba de coraje del gobierno argentino. El gobierno ponía a prueba los nervios de los acreedores diciéndoles que no les iban a ofrecer nada más y estos respondían con amenazas de juicios y embargos. En un momento incluso el presidente no pudo viajar en el avión presidencial por la amenaza que al aterrizar en el extranjero lo recibieran con una orden de embargo. Se imaginan el papelón.

Aunque dada la magnitud del canje es difícil utilizar los canjes previos como referencia para comparar que tan exitosa fue la operación. En el pasado, los canjes de deuda alcanzaron no el 70 sino el 90 por ciento de los títulos de deuda viejos. En ese sentido uno podría decir que este canje podría complicar tanto porque (i) la relación deuda sobre producto no se redujo lo suficiente y por lo tanto sigue en duda la capacidad de repago de la deuda existente, así como (ii) porque el 24 por ciento de la deuda cuyos tenedores no quisieron aceptar el canje no se van a quedar con los brazos cruzados. Ellos son quienes tienen todos los incentivos para llenar de juicios a las autoridades argentinas en cortes internacionales con el fin de recuperar no el 30 por ciento sino la totalidad de sus acreencias.

En este sentido, a las autoridades argentinas les queda varias alternativas con respecto a estos más de 20 mil millones de dólares de deuda no canjeada. Una primera opción sería reabrir el canje y tratar de que este grupo de acreedores acepte algo menos que lo que el resto aceptó. Esta opción es compleja porque en la evaluación de estos deudores al tomar la decisión de no entrar al canje hay factores como su disposición a esperar pacientemente un acuerdo por la vía judicial. Otra opción es que la Argentina recompre esta deuda. Para ello necesitaría que los números fiscales no desentonen. Lamentablemente a Argentina se le están acabando los milagros y es difícil que el arreglo con el FMI llegue sin que defina que sucederá con la deuda no canjeada.

Además, a pesar de todo lo favorable que parece este mega canje de deuda, Argentina recién empezará a confrontar sus principales problemas a partir de los próximos meses. En realidad mucho antes del anuncio (diciembre 2001) del default en el Congreso argentino, Argentina ya no pagaba su deuda pues sólo se dedicaba a refinanciarla así que recién ahora es que la economía argentina podrá probar su verdadera capacidad de renacer de las cenizas del default. Como para complicar las cosas, la inflación que no era un problema empieza otra vez a serlo.

Publicado en El Comercio, Marzo 10, 2005

Friday, March 04, 2005

Incentivos para los que se fueron


Hace un par de días el gobierno ha decidido otorgar una serie de beneficios tributarios para atraer a la inmensa masa de peruanos que se fueron del país. Esta ley es una muy singular en tanto no es común encontrar leyes similares en los demás países. La motivación de la norma no es otra que la increíble magnitud de peruanos que han venido saliendo en las últimas dos décadas.

Los números son para caerse de espaldas. En los ochenta y noventa con la crisis económica y el terrorismo encima sólo 50,000 personas salían del Perú para no regresar. Esa situación ha cambiado dramáticamente en los últimos años. El año pasado 300,000 personas siguieron el mismo camino. Si hacemos la cuenta de cuantos peruanos viven afuera la cifra ya supera los dos millones de peruanos, de los cuales la mitad aproximadamente vive en EEUU.

Un reciente estudio del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico preparado por Juan de los Ríos y Carlos Rueda revisa las causas de este enorme flujo de peruanos al exterior. Los resultados muestran que la variable más importante para explicar el flujo migratorio es la percepción de satisfacción económica de los peruanos. Mientras se sientan más frustrados con respecto a su situación económica migran más. Si los peruanos nos sintiéramos 10 por ciento más satisfechos con lo que se puede hacer aquí en nuestro país la tasa de migración sería casi 20 por ciento menor. Asimismo, si los indicadores de desigualdad económica fuesen menores en Perú, la gente migraría menos. Finalmente, si el ingreso por persona en el Perú creciera 5 por ciento por encima del resto la tasa de migración caería en más o menos la misma proporción.

Estos resultados muestran una realidad muy compleja. ¿Cuál es la probabilidad que el Perú crezca a tasas significativamente más altas que el resto de países?¿Cuál es la probabilidad que la tasa de desigualdad cambien significativamente en los próximos años? En ambos casos mi respuesta sería: muy, pero muy cercana a cero, así que por ahí no irá la solución. Donde si puede haber reversiones muy rápidas es el sentimiento de desesperanza que hoy invade el país.

Esta ley pone al final de la puerta de regreso del Jorge Chávez un paquete de obsequios que creo muchos no tomaran pues los costos fijos de regresar dado que ya vives más de cinco años fuera del Perú son mayores a los beneficios que hoy se ofrecen. Cabe hacerse la pregunta si el Perú realmente pierde si esos dos millones de peruanos mandan un flujo regular de fondos que bordean los 1,500 millones de dólares anuales. Que cada peruano afuera mande al año 750 dólares parece poco, pero creo que no deberíamos subestimar el impacto de esa alternativa como mecanismo de generación y acumulación de riqueza frente a la poética alternativa de ver a nuestros compatriotas regresar al Perú con planes que van mucho más allá que comerse un buen cebiche con la familia que dejaron hace años.

Publicado en El Comercio Jueves 3 de marzo, 2005