Thursday, December 06, 2007

Avioneta en la Panamericana

Ninguno de nosotros se sube a un avión pensando en que va a aterrizar en una carretera y no en un aeropuerto. En el Perú esto que se ve en las películas acaba de pasar dos veces en una semana. Es un evento raro y es producto de muchos factores entre los cuales la falta de previsión y la mala suerte están involucrados. Pero en el Perú no es rara esa combinación. Más bien uno tiende a pensar que eso es lo común.

El ejemplo más notable de una excepción a la regla es la reciente aprobación del TLC con los EEUU. Los reto a tomar lápiz y papel y a poner por escrito iniciativas gubernamentales que se han iniciado por un presidente y se han concluido con otro. Son muy pocas. Lo usual para nosotros ha sido el espíritu refundador, la política de poner todo lo actuado en el archivo y empezar de cero a pesar de que tenemos la enorme probabilidad de no estar en el cargo más pronto que tarde. Pero así somos.

Es notable que no se haya echado por la borda lo actuado y se mantuviese la política a pesar del cambio de autoridades. Poco a poco caminamos a ser un país más maduro, menos adolescente. Pero lo que hace falta ahora es que la ratificación del TLC con EEUU no sea una avioneta que aterriza en la Panamericana, sino un auto más que añadimos en la vía del desarrollo. El Mincetur debe seguir en el esfuerzo de conseguir un acceso preferente a las economías más dinámicas del mundo. Me parece sencillamente espectacular que hoy miremos a los mercados externos sin temor y sin complejos. No obstante, no puedo dejar de pensar que el avance en el resto de políticas complementarias es tan bajo que parece que seguimos creyendo que algunos problemas se resolverán solos.

No podemos dejar de enfatizar que hoy se abre una excelente oportunidad. A pesar que seamos tan poco afortunados de empezar el TLC en el momento en que EEUU entrará a una recesión el impacto del tratado va mucho más allá del impacto de corto plazo. Esto marca una línea divisoria entre lo que fue y lo que será nuestra visión de integración con la economía global. Eso marca la cancha claramente sobre lo que los políticos podrán ofrecer en el futuro sobre este tema.

La semana pasada el presidente reclamaba airadamente a los empresarios presentes en CADE que tuviesen coraje. Les reclamaba que cambiaran a sus asesores que les infunden temores respecto al futuro tanto político como económico. Para coronar con una cereza dicho discurso el Senado norteamericano finalmente convirtió el TLC en una realidad. Hoy es complicado ser pesimista pero es importante insistir hasta ser cargosos que se necesita que el TLC beneficie a la amplia mayoría de peruanos para que no haya sino en todas las tiendas políticas la aceptación que el progreso de una economía pequeña como la peruana se consigue caminando junto al resto del mundo y no parados en la carretera Panamericana esperando una avioneta que nos recoja del subdesarrollo.

Publicado en El Comercio, Diciembre 6, 2007

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