Saturday, March 24, 2012

Premortem


Empezaré aclarando que esta columna no significa que proyecte mi próxima muerte  sino sobre el optimismo excesivo que muchas veces es un virus con efectos mortales en los empresarios, y en general en quienes toman decisiones. Esta columna es sobre proyectos que mueren. Mejor diremos sobre proyectos que fallan para quitarle el drama al asunto. En el fascinante libro de Daniel Kahneman que sigo leyendo con mucho entusiasmo (Thinking, fast and slow) el refiere a un trabajo junto con Gary Klein sobre algo que es muy común en los proyectos empresariales: el optimismo excesivo.
Cuando un empresario tiene una idea de un nuevo negocio lo más común que se encuentra en los estudios que se han hecho sobre el tema es que abunda el optimismo más allá de lo aconsejable.  La gente que emprende negocios cree que va a ser exitosa y no quiere escuchar que en promedio 70 por ciento de los nuevos negocios a los tres años habrán cerrado. Este exceso de optimismo hace que tomemos decisiones erradas. Nuestra condición de promotores de la iniciativa nos impide tener una mirada desapasionada de las proyecciones y nuestro entusiasmo prima sobre las dudas.  Para esta situación, estos dos autores proponen un ejercicio (el premortem) que es una suerte de ducha fría de realidad que puede evitar perder no sólo la ilusión de un buen negocio sino también los ahorros de una vida.
El ejercicio del premortem exige que los responsables del proyecto piensen en la decisión que se está a punto de tomar.  Deben suponer que ha pasado un año y en efecto la idea se puso en marcha pero fue un rotundo fracaso. Los responsables deben de escribir en 5 ó 10 minutos una pequeña historia sobre lo que ellos creen provocó el desastre. Es mucho mejor hacer un premortem que equivocarse en la realidad y hacer un postmortem donde se recojan las razones por las cuales el proyecto efectivamente no funcionó.
Este simple ejercicio sirve para hacer visibles algunos temores que más tiene pero no quiere hacer público para no ser el aguafiestas o parecer poco comprometido con la idea.  Además, rompe la marea incontenible que muchas veces representa una idea que madura dentro de un equipo, y donde las dudas iniciales no son aceptadas con tanta apertura y por lo tanto muchas quedan sin ser siquiera consideradas.
Así que ya sabe, la próxima vez que esté a punto de tomar una decisión empresarial importante o que un funcionario público acepte el diseño de una reforma, exija a su equipo hacer un premortem. Muchas de las ideas que surjan seguro servirán para mejorar el plan de negocios o la propuesta de política. Es común olvidarse que la competencia responderá, que la última línea del proyecto depende demasiado de una regulación que podría ser modificada, o que esa innovación dejó de serlo hace meses y no somos los únicos detrás de la misma idea.
Sea cual fuere la posible razón del anticipable fracaso de su proyecto sería mucho mejor enterarnos ahora y poder evitarlo pidiéndole a su equipo hacer un serio ejercicio de escribir un premortem, que luego escribir un postmortem con olor a autopsia de una idea que algún día pareció brillante, y con una billetera doliente.
Publicado en El Comercio, Marzo 24, 2012 

Saturday, March 10, 2012

La reforma incompleta

En pocos días el Ejecutivo cumplirá su promesa de entregarle al Congreso una propuesta de reforma del sistema de pensiones en el Perú. El diagnóstico es clarísimo. La mayoría de los trabajadores (7 de cada 10) no tienen acceso a una pensión luego de cumplir su edad de jubilación. Esto no es una falla del sistema privado o del sistema público de pensiones. Esto es una característica de nuestro mercado de trabajo. La gran mayoría de los trabajadores en el Perú no tienen empleos permanentes y formales durante toda su vida laboral. Esta baja frecuencia de cotizaciones hará que las pensiones sean bajas porque simplemente se ahorró poco y tarde. Frente a esto uno puede mirar los sistemas previsionales (privado y público) y darles con palo por múltiples razones. El punto que quiero quede meridianamente claro es que es inútil buscar ampliar la cobertura con pequeñas modificaciones a los actuales sistemas. Esos 7 de cada 10 trabajadores que hoy no tienen cobertura no se afiliarán mágicamente a algún sistema previsional aportando su plata. Si pensamos así es porque en realidad no estamos pensando. Es cierto que hay mucho espacio para mejorar lo que hoy tenemos en el sistema privado. Pero si el foco de la reforma se queda exclusivamente en el sistema privado estaremos dejando pasar como normal que más de la mitad de los actuales afiliados al sistema público al momento de jubilarse recibirán una notificación diciendo que no les corresponde pensión, pues no alcanzaron a tener suficientes años de aporte. Así como lo lee. Ese sistema es regresivo, pues con los aportes de personas de bajos ingresos se subsidia a otros de ingresos más altos o al menos más regulares. Si la reforma sólo se concentra en el sistema privado de pensiones será una reforma incompleta. Irrelevante para la gran mayoría de los trabajadores en el Perú y positiva para una minoría. Será un muy buen primer paso en mejorar el sistema que debería ser la base de cualquier reforma mayor. En el camino, se puede diseñar un sistema que ofrezca una protección mínima a aquellos que hoy no tienen nada. La responsabilidad de la política pública es pensar en el problema mayor, no sólo en el que se puede resolver. Publicado en El Comercio, Marzo 10, 2012