Saturday, July 14, 2012

El camino de los escaldados


Dicen que la mejor manera que un niño aprenda a no meter la mano en los enchufes es que lo haga. La experiencia es tan traumática que difícilmente la querrá repetir. Uno estaría tentado a pensar que lo mismo debería ocurrir con las crisis económicas. Aquellos países que han pasado por crisis deberían curarse del trauma. Pero la historia está llena de ejemplos en que eso no ha pasado. La pregunta obligada es por qué algunos países no aprenden o no quieren aprender. La explicación más simple es que en el experimento en que el niño mete un clavo al enchufe, el único perdedor siempre será él. En cambio, en una crisis económica no necesariamente todos pierden, y por lo tanto algunos siempre tendrán incentivos a repetir el experimento.
La solución al problema no está en prohibir acciones riesgosas que pueden conducir a crisis o confiar en que las autoridades regulatorias evitarán las siguientes crisis. La solución a estos problemas está en lo que los economistas llaman en inglés “bail-in” en contraposición a “bail-out”. Un bail-out es un rescate donde alguien más paga la cuenta del desastre ocasionado. Un bail-in es cuando dicho desastre es pagado por quien ocasionó el desastre. De esta manera quedan claros los incentivos a tomar decisiones que pueden ser muy rentables para unos pero con unos grandes riesgos para otros. En palabras más sencillas es decirle al borracho que pague su propia cuenta y que no espere que alguien más lo haga por él.
Por eso cuando uno analiza la crisis europea y la compara con el ajuste en Estados Unidos después de la quiebra financiera del 2008 sorprende que en el caso de Europa no hay más de una decena de bancos quebrados mientras que en Estados Unidos van más de 100. Es claro que en Europa hay alguien pagándoles las cuentas a algunos países que no vieron la necesidad de hacer ajustes en su momento.
La semana pasada estuvimos discutiendo sobre la estabilidad financiera de la región y un destacado profesor de la Universidad de Berkeley, Barry Eichengreen, mencionó que antes de la adopción del Euro se pensó que la propia integración comercial que se daría entre los países europeos llevaría naturalmente a que se busquen y se adopten los mecanismos de estabilidad financiera para proteger dichos flujos de comercio. Evidentemente eso no fue lo que pasó.
Si miramos a nuestra región, lo real es que nos venimos integrando comercialmente cada vez más en las últimas décadas a pesar de unas pocas excepciones. Hasta ahora la construcción de seguridades financieras ha sido una tarea más individual y heterogénea que colectiva y coordinada. La experiencia europea enseña que coordinar acciones en medio de la crisis es casi imposible a la velocidad que se requiere. En la región ya hemos recorrido el camino de los escaldados, es decir, los que nos hemos quemado los dedos en el enchufe varias veces deberíamos fortalecer la red de seguridad financiera regional. En la región hemos visto como la CAF, pasó de ser una pequeña entidad de muy pocos socios a ser un auténtico banco de desarrollo de toda la región. Ahora nos falta construir sobre las bases del Fondo Latinoamericano de Reservas. La semana pasada se anunció el ingreso de un octavo país, Paraguay, ahora falta convencer a Brasil, Chile y México.

Publicado en El Comercio, Julio 14, 2012