Thursday, September 07, 2006

En busca del tiempo perdido

El otro día hacía números y me di cuenta que este año, salvo que nos pase el huracán Katrina por encima o algo así, la economía peruana llegará a su mayor nivel de PBI por habitante en toda su historia. Lo repito para que me crean: en toda su historia. El record anterior era el PBI per capita de 1975. Esto representa en términos futbolísticos a poder olvidarnos de los goles de Cubillas. A partir de ahora la comparación será si nuestro PBI per capita fue mayor que el del 2006, ya no ese lejano 1975. Asi es, hemos tardado 30 años sólo para llegar al mismo nivel. Esto debe servir de recuerdo sobre el costo de seguir malas políticas.

Y es que a partir de 1975 nos caímos de bruces una y otra vez. Los desequilibrios macroeconómicos que el gobierno del Gral. Velasco generó produjeron una primera crisis en 1975. Luego algunas palabras se instalaron por largo tiempo en nuestro lenguaje cotidiano: crisis económica, paquetazo, devaluación. Los cambios de ministro de economía se hicieron cada vez más frecuentes. Los distintos gobiernos nos repitieron hasta el hartazgo la secuencia de crisis económica, paquetazo, y otra vez crisis con distinta intensidad. Y así vivimos hasta comienzos de los noventa. Nadie puede negar que los noventa marcaron un quiebre fundamental con respecto a la forma como funcionaba nuestra economía. De repente aquellos puristas que quieren tirar al tacho la constitución de 1993 deberían repensar el efecto de un quiebre institucional tan drástico. La Constitución peruana ha durado en promedio sólo 15 años. Parece que algunos de nuestros congresistas están obsesionados con no aumentar ese triste promedio que muestra nuestra incapacidad de ponernos de acuerdo en las más básicas de todas las reglas básicas.

Si uno mira un poco más lejos, el Perú había sido capaz de crecer desde comienzos del siglo XX de manera sostenida aunque con breves interrupciones de uno o dos años de crisis en medio pero solo para luego seguir creciendo. Ese crecimiento que era lo más normal para una economía en desarrollo desapareció entre 1975 y 1990. Esos quince años perdimos un enorme trecho. No sólo fue el Perú sino América Latina en su conjunto redujo sostenidamente su participación en la economía mundial mientras Asia lo aumentó. Digo esto porque no es correcto lo que algunos señalan que en esa época a todo el mundo le fue mal. Eso no es cierto, la verdad de las cosas es que sólo a Africa le fue peor que a América Latina y ambos perdieron valioso tiempo en lograr acercarnos a las economías más desarrolladas.

Esta semana recibimos la buena noticia que una de las clasificadoras de riesgo nos ponía a un solo peldaño de ser el tercer país en la región en obtener la calificación de grado de inversión. Esto es sin duda el reflejo de haber reducido nuestra deuda como porcentaje del PBI, nuestro enorme colchón de reservas internacionales. Aún falta mucho para conseguir dicho grado de inversión y sobre todo para mantenerlo. Recuerden que hasta hace unos años Uruguay también era grado de inversión y lo perdió en medio de la crisis económica argentina. Lo perdió porque no pudo diversificar sus riesgos macroeconómicos y porque era una economía demasiado dolarizada. Por eso es saludable que el MEF haya puesto en el Marco Macroeconómico que una de sus metas es llegar al 2011 con un grado de dolarización de sólo 40%. En realidad, el mayor reto es lograr crecer sin volver a tener que dilapidar 30 años para darnos cuenta que ese no era el camino del desarrollo.


Publicado en El Comercio, Setiembre 7, 2006

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