Saturday, March 09, 2013

¿Importa lo que uno exporta?


A fines del año pasado dos investigadores del Banco Mundial, Maloney y Lederman, publicaron un libro muy valioso para nuestros países pues responde a una pregunta crucial para el diseño de políticas industriales: ¿importa lo que uno exporta?
Este es un tema complejo pues existe una visión bipolar sobre el tema. Unos sugieren que lo único que deben hacer los gobiernos es enfocarse en políticas de tipo horizontal. Es decir, políticas sin pensar en un sector en particular, sino para toda la economía en su conjunto. Por ejemplo, mejoras en infraestructura.  En la otra esquina están quienes sugieren que los gobiernos deben hacer apuestas por algún sector específico, esté o no desarrollado. Uno puede pensar en un sector que de repente uno sueña que podría ser un boom mundial, digamos la quinua, ahora que está de moda.
Lo cierto es que el apuro por tener políticas industriales típicamente aparece en países con muchos recursos naturales pues pareciera el remedio para quienes sienten que exportar minerales en bruto nos condena al subdesarrollo. Para este grupo, se requiere poner recursos públicos detrás de políticas industriales activas pues de otro modo las fuerzas del mercado no logran superar  esta potencial vulnerabilidad.
Los autores hacen un énfasis muy especial en que lo que realmente importa no es qué bienes se producen sino cómo se producen estos bienes.  Pensemos en que uno quisiera que en el país se produzcan bienes manufacturados de alta tecnología, digamos tabletas electrónicas que hoy están de toda moda. El Estado puede subsidiar esta actividad para que en efecto se establezcan plantas ensambladoras. ¿Eso era lo que realmente queríamos? Claramente no. Cuando uno busca que se produzca ese tipo de bienes es porque confía en que el beneficio de tener ingenieros pensando en cómo desarrollar esos  productos permitirá producir otras cosas similares que también tienen alto valor agregado. Sin embargo, cómo llegamos al objetivo de producir esos bienes importa muchísimo. Este tipo de atajos nos conducen a situaciones no deseables.  
Por más que algunos señalen que la explotación de los recursos naturales genera problemas de administración de esa riqueza, o puedan ser una fuente de corrupción, igual deben ser explotados por aquellos países que los tienen. No tiene sentido dejar de hacerlo porque resulta complejo enfrentar los problemas que pueden venir asociados a su explotación. Hay que concentrarse en mitigar esos problemas y la mayor volatilidad macroeconómica que puede venir por tener un único motor de crecimiento o de atracción de capitales. Los autores no encuentran evidencia de una maldición de recursos en el sentido que afecte de manera significativa al desarrollo del resto de sectores.
Asimismo, los autores concluyen que sigue siendo una mejor alternativa que el Estado promueva políticas de tipo más horizontal (para todos los sectores por igual) que aquellas que exigen  escoger un sector específico.  
Finalmente, los autores sugieren que los gobiernos tienen un rol grande en estas tareas. Es mejor que no dediquen su esfuerzo en escoger bienes o tareas ganadoras. Pero es indispensable que estén ocupados en la provisión de infraestructura, estableciendo redes comerciales, así como la acumulación de talento humano. 

Publicado en Marzo 9, 2013 

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