Mañana todos los peruanos, no solo los que piensan como uno, votarán por una apuesta. Para algunos esa apuesta tiene uniforme y representa retomar el pasado con un Estado presente en cada aspecto de la vida económica. Están dispuestos a patear el tablero y a todo lo que haga falta con tal de que la nueva versión de economía peruana les prometa mayores beneficios hoy. Para muchos de ellos no importa que dichos beneficios sean únicamente por un corto período de tiempo. Hay una gran duda sobre si en verdad seguirán su plan de gobierno o si es que, estando en el poder, cambiarán de plan.
Para otra parte del electorado, la apuesta es una vuelta a otra parte de nuestro pasado que tuvo luces y sombras. Luces en lo económico y sombras en lo político. ¿Qué hará esta vez? ¿Habrá tanta democracia como economía de mercado o solo lo que haga falta?
En tercer lugar, viene la apuesta por una persona con mucho vuelo internacional que busca que el Perú continúe por la senda del progreso pero liderando un cambio basado en hacer que el mercado, con ayuda del Estado, incorpore a la mayoría de los peruanos. Después están los que quieren que el ex presidente repita el plato, y los que aún creen en las posibilidades electorales del ex alcalde.
Hoy no es 1990 y las grandes tareas pendientes no se pueden resolver solo siendo audaces o tomando decisiones drásticas. Tenemos que erradicar la pobreza extrema, reducir al mínimo la informalidad, reducir al mínimo la desnutrición infantil y tener una educación de calidad. Ninguno de estos problemas se resuelve con un cambio drástico, se resolverán con un trabajo permanente, año a año, batalla tras batalla.
El Perú de hoy no requiere de saltos que no son garantía de nada. Tal vez sí de meses de parálisis y de zozobra.
El siguiente presidente no parte de un país en ruinas, sin futuro. Por el contrario, el siguiente presidente está recibiendo una economía creciendo más que nunca en su historia, sacando de la pobreza a más personas que nunca.
Estas dos cosas las viene logrando con un modelo que privilegia la integración con el mundo, y por ello la eficiencia, el esfuerzo personal. No es un modelo basado en un Estado eficaz porque no tenemos eso.
El Perú mañana elige. Ojalá que no esté simplemente apostando.
Publicado en El Comercio Abril 8, 2011
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