Saturday, February 09, 2013

Administración de la abundancia


América Latina vive una prosperidad sin precedentes y por ello hoy se discute cuál es la mejor forma de administrar dicha abundancia. En la última década, los precios de nuestros commodities se multiplicaron –en promedio- por cuatro. Y como si ese impulso no bastara, la región ha enfrentado las tasas de interés más bajas de toda su historia. Si uno considera ambos aspectos, no es difícil entender los flujos masivos de capitales que llegan a la región. A pesar de que algunos países tienen una retórica muy negativa hacia los capitales privados o una situación política compleja, igual han podido emitir bonos soberanos en los mercados internacionales de capitales.
El problema está en qué hacer con dicha riqueza. Empecemos diciendo que dependiendo de la organización institucional de cada país esa riqueza terminará alojada en el gobierno o en el Banco Central. En algunos países está en ambos lados. Algunos países de la región han optado por gastar cada dólar que entra en temas que pueden ser considerados como esenciales para incrementar la productividad de toda la economía en su conjunto. Por ejemplo, han mejorado la red de transporte o la generación de energía eléctrica. Para ello, han decidido que sea el propio Estado el que se encargue de la obra pública dejando poco espacio para el sector privado. Otros en cambio se han apoyado más en el sector privado limitando de esta manera los recursos que el Estado destina para esta tarea, y también limitando el riesgo para el propio Estado.
En otros casos, se han hecho apuestas muy agresivas en ciertos sectores y se han otorgado recursos públicos para alguna actividad en particular con la justificación de que dicha actividad es estratégica o porque es una oportunidad que no se puede desarrollar si el Estado no lo hace.
Otros países en cambio, han optado por actitudes más conservadoras frente al boom. Parte de los recursos los han ahorrado. Dichas autoridades no creen que estemos frente a un escenario donde los precios de nuestros commodities siempre serán más altos, sino que eventualmente esos precios que se multiplicaron por cuatro en la última década, pueden caer a niveles menos ventajosos. Lo cierto es que en la región hay quienes han ahorrado sabiendo donde, y a qué plazos invertirlo; y otros, que han ahorrado un poco por incapacidad en la ejecución de dichos recursos. En la mayoría de los casos no es para nada claro que en caso de necesidad de gastar dichos recursos se tenga claridad respecto a cómo hacerlo de manera efectiva. Otros menos conservadores han seguido la estrategia de utilizar un mismo paraguas para varios riesgos, con el consiguiente debilitamiento de la protección del paraguas.
¿Cuál es la mejor estrategia para administrar la abundancia? ¿Confiar en la capacidad estatal para llevar adelante proyectos en temas tan complejos como exploración y explotación de minería, gas, y petróleo, o dejar que los incentivos de una potencial alta rentabilidad hagan que el sector privado desarrolle proyectos de alto riesgo? ¿Qué tanta prudencia es suficiente ante la incertidumbre de la duración de los años de vacas gordas? Lo cierto es que esta abundancia no será permanente. En los próximos años volverá a ser más difícil crecer y resolver los problemas que dejemos pendientes.

Publicado en El Comercio, Febrero 9, 2013

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