Uno de los problemas que han sufrido países como el Perú es que los candidatos tienen un discurso en la campaña que les permite ganar la elección y luego de ceñirse la banda presidencial hacen exactamente lo opuesto. La explicación de este hecho está asociado a la inmadurez no de la gente sino de los propios partidos políticos. Estos partidos en lugar de ser defensores de un conjunto de ideas son más bien defensores de su presencia en el espacio político y todo lo que eso significa. Basta recordar lo rápido que Fujimori puso en práctica el shock en 1990 a pesar de jurar que el jamás lo haría. Recuerden la escopeta de dos cañones de los apristas, o los problemas de los miembros de la bancada de Perú Posible cuando un periodista los asediaba para que le explique las “bases ideológicas” del toledismo. Lo mismo pasaría si uno le toma examen sobre qué significa ser nacionalista a los parlamentarios electos por Humala.
Cuando los distintos reporteros le han preguntado al candidato sobre que significa ser nacionalista sus respuestas son más bien evasivas. Para los que temen sus aplausos a Velasco, nos ha dicho que nacionalismo no es estatismo ni expropiación. En realidad, nos ha dicho que nacionalismo es defender los intereses de todos los ciudadanos, con énfasis en todos. Señala que el error está en haber dejado que sea el mercado quien decida las cosas. Ese es el culpable que el agro de los campesinos más pobres del Perú esté en ruinas, ahí está la verdadera causa de la postración de la industria nacional. Les gusta la “globalización solidaria” no la otra perversa forma de globalización que exige a empresas y ciudadanos a competir con lo extranjero.
En ese orden de cosas, la idea es que un Estado de carácter nacionalista no entregará nuestros preciosos recursos en manos de capitalistas que no cumplan con los requisitos de un gobierno nacionalista: que den empleo, que transfieran tecnología, que paguen impuestos y regalías y que respeten el medio ambiente. En realidad, no creo que nadie estaría en desacuerdo con estos cuatro requisitos. Ahí no está el problema. Mi profesor de microeconomía decía que todo el mundo tenía un precio pero que había que saber preguntar. Ese sí es el problema. Muchas de estas empresas tienen un contrato firmado con el Estado el cual establece un conjunto de reglas que ambos se comprometieron a respetar y no cambiar.
Por más que lo diga con medias verdades, modificar unilateralmente la participación del Estado en estas actividades no es más que una forma de expropiación. Si el Estado les dice a los dueños de una empresa que se reserva el derecho de vetar una importante decisión de inversión estará atentando contra los derechos de propiedad. Si desde el Estado impido repatriar las utilidades porque eso va en contra de “los intereses de la nación” eso es expropiación no importa cual sea la justificación. Por más maquillaje que ponga eso es pisotear los derechos de propiedad. Los gobiernos que han seguido esa ruta han espantado la inversión. Nacionalismo es defender a los peruanos, incluyendo a aquellos que quieren hacer empresa sin depender del Estado para ser o no rentables. Lamentablemente, estos falsos evangelios prometen tierras prometidas cuando lo único que traerán es mayor pobreza y mayor exclusión, justo lo que querían combatir.
Publicado en El Comercio, Abril 20, 2006
1 comment:
Hola, muy interesante el post, felicitaciones desde Panama!
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