Saturday, April 06, 2013

Japón quiere más inflación


No hay duda que vivimos en tiempos sin precedentes en lo que a economía se refiere. Si ustedes escucharan al presidente de un Banco Central anunciar que va a duplicar la cantidad de dinero emitida en sólo dos años porque quiere conseguir más inflación sin duda le provocaría insultarlo. Sin embargo, la reacción de los mercados japoneses a este anuncio hecho por el flamante presidente del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda ha sido una de júbilo. La bolsa subió más de 2 por ciento el día del anuncio. Es importante entender el contexto para valorar la agresiva decisión del Banco de Japón que se ha comprometido en lograr llegar a una meta de 2 por ciento de inflación. Esta receta curiosamente fue sugerida por el Presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, hace 10 años. En Europa que está en peor estado, el Banco Central Europeo no termina de convencerse que necesita seguir esta ruta con igual determinación.
La economía japonesa nunca se terminó de recuperar después de su masiva crisis financiera en los noventa. Salió de ella con una deflación endémica, recesiones recurrentes y un stock de deuda que no ha dejado de crecer y ya es igual a dos veces su producción anual. Esto se explica en parte por el creciente costo de atender en salud y seguridad social a una población crecientemente mayor. De todas las economías desarrolladas Japón es la que muestra el peor pronóstico respecto a su población en edad de trabajar.  Japón tendrá en el 2050 la misma población en edad de trabajar que un siglo atrás (1950). Por el contrario, Estados Unidos la habrá multiplicado por casi 2.5 veces y Francia por 1.5 veces.
El anuncio es muy interesante porque se rompe una tradición de indecisiones sobre la política económica que había sido la constante en las autoridades japonesas. Lo típico había sido anuncios que luego eran mediatizados o completamente revertidos. Sin embargo, para que la economía japonesa vuelva a ser un motor de la economía mundial hace falta mucho más. Para empezar se debe atacar más agresivamente el desafío de reducir el nivel de deuda. Para ello Japón tiene la ventaja que es una de las economías desarrolladas con menor presión tributaria (16 por ciento del PBI) porque tiene un impuesto al valor agregado (nuestro IGV) de sólo 5 por ciento, cuando el promedio de los países desarrollados está cerca al 18 por ciento. Un reajuste en esta tasa podría iniciar un proceso de ajuste fiscal que permita mayor flexibilidad en la gestión macroeconómica de mediano plazo, y así impedir un mayor deterioro de las finanzas públicas que termine en una sucesión de reducciones en la calificación crediticia soberana.
El anuncio provocará un yen más depreciado y eso ayudará a la maquinaria exportadora japonesa, pero existen otras cartas que pueden servir de manera más fundamental a mejorar la competitividad de su economía de manera más permanente. Para empezar, la participación de las mujeres en la fuerza laboral aún está por debajo del promedio y se puede volver a promover la inmigración para resolver el problema de una fuerza laboral cada vez menor. Lo cierto es que Japón parece otro con estas nuevas autoridades. La prueba está en lograr lo que se ha anunciado. La economía mundial estará mejor si se tiene éxito en este esfuerzo.

Publicado en El Comercio, Abril 6, 2013 

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