Thursday, June 15, 2006

Administrar el auge

Perú y Chile al igual que varios países emergentes ricos en recursos minerales han gozado estos últimos años de una extraordinaria situación. Los precios de los minerales se han multiplicado permitiéndole a cada uno de los dos Estados -aunque de manera distinta- gozar de una cómoda situación fiscal. La semana pasada el ministro de Hacienda chileno se esforzaba en hacerles entender el sentido de la palabra auge a sus compatriotas. Y lo que dijo vale para nosotros también. En la propia definición de la palabra auge está el hecho de ser un evento extraordinario, temporal, pasajero. Pues un auge es un momento de mayor elevación según la Real Academia. Y como decía el refrán, todo lo que sube tiene que bajar.

El problema es que administramos los auges como si fueran eventos permanentes. Nos creemos que hemos sido bendecidos eternamente y por un lado los gobiernos quieren tirar la casa por la ventana, mientras que por el otro lado, un montón de gente quiere que le den la ventana y toda la casa si es posible. La lista de los que sienten que deben ser atendidos se hace interminable. Y tal como lo ha gozado en carne propia esta semana la presidenta chilena, es políticamente muy dificil ser fiscalmente responsable. Eso de guardar pan para Mayo o el cuento bíblico de tiempos de vacas flacas y gordas no lo quiere oír nadie que está pidiendo ser uno de los beneficiarios del auge.

Como consecuencia de ello la política fiscal se vuelve en un instrumento que en lugar de hacer que la economía transite suavemente, termina siendo más bien la razón de porqué nuestra economía se vuelve una suerte de montaña rusa. Creamos y cobramos más impuestos sin preocuparnos de reducir los gastos y nadie se incomoda cuando el MEF incumple otra vez más la regla de no aumentar el gasto no financiero en más de 3 por ciento al año. Para algunos esto se resuelve con castigos. Para mi esto no es así. Los castigos los tendrán que aplicar los congresistas quienes son los primeros interesados en utilizar políticamente ese poder sancionador. Si el Congreso fuese controlado por el Ejecutivo entonces siempre habrá una buena excusa o dos para decir como suele hacerlo la selección de fútbol “hicimos todo lo que se pudo, inclusive jugamos bonito, pero perdimos”. Si el Congreso es como el de ahora o como el que viene donde no hay una mayoría oficialista entonces la oposición estará de acuerdo en darle la excusa al Ministro gastador siempre y cuando incluya algunas de sus sugerencias sobre a quienes destinar el gasto extra.

Lo que se requiere es que la política fiscal sea contracíclica aunque no lo quiera ni el MEF ni el Congreso. Es decir, que el Estado actúe como lo haríamos nosotros si nos encontramos una plata extra que sabemos que no estará siempre. La receta para muchos es poner esto en forma de ley. Eso no basta. Las leyes necesitan tener los incentivos correctos para que la gente las cumpla. De otro modo, serán ignoradas, excusadas o terminarán siendo modificadas. Creo que sería bueno pensar en que parte de nuestro problema es que como país enfrentamos tormentas fiscales pero nunca nos compramos paraguas. La próxima semana les trataré de vender un paraguas fiscal para este tipo de tormentas. Sólo les recuerdo que el precio de los paraguas es mayor cuando ya está lloviendo.
Publicado en El Comercio, Junio 15, 2006

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