Thursday, June 22, 2006

Paraguas para cuando no llueva

Tanto a nivel personal como del país no hay nada más difícil que actuar con previsión. ¿Cuántos nos hacemos un chequeo general sin que tengamos que hacerlo obligados por las circunstancias? Seguro que sólo una muy pequeña y neurótica minoría de nosotros. La semana pasada les comentaba sobre la necesidad de que nuestra política fiscal deje de ser un fuente de amplificación del ciclo económico. Es decir, que haga las expansiones más elevadas y las recesiones más profundas. Este diagnóstico no es nuevo, y las actuales autoridades conocen el problema pero es poco lo que se ha hecho.

Es innegable que el temor que recorre los mercados internacionales es una súbita desaceleración del crecimiento global ya sea en EEUU o por una combinación que incluye a China y el resto de Asia. Ese menor crecimiento traerá como consecuencia una menor demanda por nuestros commodities (minerales) y por lo tanto una reducción en los precios record que se han registrado este año. Parte de esta historia ya se está observando. Hace meses el oro, el cobre, el zinc y otros commodities registraron sus niveles record. Hoy todos están de bajada y se anticipan mayores reducciones. Para nadie es un secreto que las arcas fiscales sentirán el impacto de esta reducción en los precios de los minerales que exportamos de la misma forma como han gozado de los años de buenos precios. La participación de la recaudación minera pasó de ser sólo 5 por ciento del total de la recaudación a casi el 20 por ciento. Estos números no son poca cosa. Enfrentar una caída de más de 10 por ciento de los ingresos fiscales no es fácil administrar, menos aún cuando a nuestros países se nos suele cerrar las puertas del endeudamiento externo en los momentos en que más los necesitamos.

¿Qué clase de paraguas se puede comprar cuando dejan de llover buenos precios para nuestras exportaciones? Una opción es la versión frugal de la política fiscal. Es decir, ahorrar los dineros extras en lugar de gastarlos conscientes que luego vendrán momentos de necesidad. Para ello se puede actuar obligando a las autoridades a actuar de esa manera por ley. Es decir, incluir en la ley de prudencia fiscal -en lugar de la ignorada regla de que el gasto puede aumentar no más de 3 por ciento- que lo que se puede gastar sólo son aquellos ingresos que no son fruto de un ingreso temporal como por ejemplo unos buenos precios de nuestros metales. El problema de esta opción es que hace falta que el Estado quiera cumplir dicha ley. ¿Usted conoce a un político frugal?

Otra opción es utilizar el mercado de deuda. Para ello se podría emitir títulos de deuda cuya tasa de interés esté vinculada al valor de nuestras exportaciones, aunque también podría ser a nuestra tasa de crecimiento. De esa manera si al Perú le va mal automáticamente el fisco tiene un respiro por el lado del financiamiento pues el costo de atender los pagos de nuestra deuda se reducen. Ante una reducción temporal de los ingresos fiscales lo que generamos es una reducción automática en los gastos financieros. De la misma manera, si nuestra economía estuviese disfrutando años buenos, y por lo tanto ingresos fiscales temporalmente altos podríamos pagar mayores gastos financieros sin tener que reducir los gastos fiscales en otros rubros. Lo bueno es que en esta opción, no se necesita que la autoridad quiera ahorrar, pues el mecanismo es automático.

Publicado en El Comercio, Junio 22, 2006

1 comment:

Anonymous said...

Hay un intento de equilibrio en tu columna, pero hermano noy hay ningùn contexto sobre el papel social del capital. No es regalar. Pero poseer el capital, y tener la ventaja del conocimiento del mercado y las necesidades de la población les dan a los banqueros una determinada responsabilidad. Igual ellos nunca juegan a perder. Pero hay una diferencia entre querer ganarse el 3 por ciento o el 15 por ciento en cada préstamo.