Thursday, June 08, 2006

El sur tambien existe

El domingo pasado, mientras terminábamos de hacer el conteo de votos en mi mesa y enterados de los resultados, recordaba los gritos de mediados de los ochenta “y va a caer, y va a caer...”. Al enterarme del desagregado de votos, la canción de Serrat pasó a ocupar mis pensamientos.

A diferencia de su primer gobierno, el Presidente García enfrenta una holgada situación macroeconómica, pero una complicada situación política. Esta vez, no tendrá una mayoría en el Congreso que quiera respaldar sus acciones. Tendrá, en vez de Sendero y sus cobardes bombas, el constante reclamo callejero del cual Humala quiere hacerse dueño buscando conservar los votos hasta las elecciones regionales de noviembre. Tendrá una oposición que al menos en un inicio tendrá que luchar entre no ser vista como rabiosa ni tampoco como excesivamente generosa si es que no quiere desaparecer en noviembre.

Lo más significativo de la elección del domingo es la clara división de los votantes en el mapa peruano. Aunque a primera vista uno podría pensar que los votos de Humala están estrechamente relacionados a aquellas zonas más pobres, estadísticamente la correlación no resulta tan alta. Esta incapacidad de García y el APRA de ganar en donde tenía a su cargo el gobierno regional muestra su pobre capacidad de gestión. Y esto es lo más llamativo pues la estrategia electoral de Humala resulta clara a partir de ahora. Su peso político y su vigencia en el debate se mantendrán en tanto tengan en jaque a García.

La pregunta del millón que los miembros del equipo económico del APRA y sus invitados se hacen es cómo generar pronto una sensación de que algo se está haciendo en esas zonas más pobres del sur andino. ¿Cómo hacer para que dichas poblaciones sientan que las cosas empiezan a cambiar y el gobierno en su conjunto está procurando reducir de manera permanente los niveles de pobreza y marginación? ¿Deberíamos repensar por completo las políticas sociales? Si uno da una mirada a los últimos 15 años encontrará que éstas han sido básicamente ineficaces para reducir sostenidamente la pobreza. No será acaso que los países sólo reducen sus niveles de pobreza cuando adoptan políticas que impulsan un crecimiento sostenido. Muchos críticos de este gobierno señalan que crecimos 20 por ciento pero la pobreza no se redujo en nada. En realidad la pobreza migró huyendo de la pobreza del campo a la ciudad. Es decir, hoy Lima tiene un sector más amplio de personas en extrema pobreza, mientras que en las zonas rurales más familias pobres han podido reducir sus niveles de pobreza extrema. Eso ha sido posible porque el mercado de trabajo es plenamente flexible en dichas zonas.

El presidente no debe confundirse y buscar asignar más y más recursos a dichas zonas. Muchos de estos recursos irán a circuitos con tantos hoyos en el camino que será poco el impacto final de su entusiasmo. El lema debería ser “inaugurar menos y confiar más en la potencia del mercado”. La tentación por generar resultados y por hacer sentir que el sur también existe será enorme. El presidente necesita transmitir que estos cambios sólo se darán en tanto buenas políticas se apliquen de modo persistente.


Publicado en El Comercio, Junio 8, 2006

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