Thursday, June 29, 2006

Abriendo puertas sin patadas

Para aquellos insomnes como yo no hubo mejor cosa que ver anoche el largo debate en el pleno del Congreso previo a la aprobación del TLC con EEUU. La contundente votación a favor es una señal inequívoca de que la decisión política del Congreso respalda el esfuerzo de un gran grupo de funcionarios públicos que a lo largo de más de dos años impulsaron la búsqueda de un acuerdo comercial con EEUU. Esto marca un hito en nuestra política comercial. Si uno mira qué es lo que hicieron los pasados gobernantes en materia comercial encontrará una historia llena de marchas y contramarchas. Años de promoción de la apertura venían seguidos por años de cierre de nuestras fronteras, para luego ser reemplazados por una repetición de este ir y venir. En el camino, las empresas no encontraban más que problemas pues ante la ausencia de un rumbo fijo en nuestras decisiones comerciales era extremadamente complejo pensar en proyectos de largo aliento.

Los que estamos a favor de lo aprobado anoche y aplaudimos la decisión del Congreso hemos dicho más de una vez que esto no hace más que abrir puertas a un sinnúmero de oportunidades que deberán ser buscadas por el sector privado. Aquí no hay negocio seguro. No es que los gringos van a empezar a servir pisco de la noche a la mañana en sus fiestas. Nada más falso. Lo único que se ha logrado es tener un acceso preferencial. Y en eso no estamos solos. Ese acceso ya lo tienen México y Canadá con el NAFTA, lo tiene Centroamérica con el CAFTA y en esta semana nos hemos enterado que antes que nosotros el Congreso americano tiene que discutir el caso de Omán y después de nosotros viene Vietnam. En ese sentido es urgente que el próximo gobierno continúe lo logrado hasta ayer. Uno de los grandes beneficios de la negociación pero en especial de la discusión del TLC con los EEUU es que hoy somos mucho más conscientes de cuales son nuestras debilidades más allá de la firma o no este TLC o de futuros TLC. En ese sentido, este debate de meses ha servido para que todas las fuerzas políticas empiecen a cambiar sus discursos y los alineen en función de lo que efectivamente sirve para superar la pobreza en el país.

No puedo dejar de criticar las patadas y las formas de los congresistas electos de UPP que irrumpieron en el Congreso frustrados porque no pudieron hacer su marcha anti-TLC previo al debate legislativo. Para ellos no importa que más del 70 por ciento de la población esté a favor, no importa que existen formas democráticas que deben ser respetadas. En realidad parecen no entender que sencillamente perdieron la elección y por lo tanto ellos no gobiernan. En lugar de buscar tener una posición más constructiva optaron por hacer su marcha en el hemiciclo con patadas incluidas. Lamentable espectáculo.

Termino diciendo que los logros más importantes del gobierno del Presidente Toledo si bien son fruto de iniciativas del Ejecutivo no hubieran sido posibles sin el apoyo de un Congreso que ayer se comportó a la altura de las circunstancias. Este es sin duda un gran primer paso, falta muchísimo más para hacer y ojalá que los sucesos de ayer no impidan que el siguiente Congreso permita realizar grandes cambios a favor de la mayoría de los peruanos.

Publicado en El Comercio Junio 29, 2006

Thursday, June 22, 2006

Paraguas para cuando no llueva

Tanto a nivel personal como del país no hay nada más difícil que actuar con previsión. ¿Cuántos nos hacemos un chequeo general sin que tengamos que hacerlo obligados por las circunstancias? Seguro que sólo una muy pequeña y neurótica minoría de nosotros. La semana pasada les comentaba sobre la necesidad de que nuestra política fiscal deje de ser un fuente de amplificación del ciclo económico. Es decir, que haga las expansiones más elevadas y las recesiones más profundas. Este diagnóstico no es nuevo, y las actuales autoridades conocen el problema pero es poco lo que se ha hecho.

Es innegable que el temor que recorre los mercados internacionales es una súbita desaceleración del crecimiento global ya sea en EEUU o por una combinación que incluye a China y el resto de Asia. Ese menor crecimiento traerá como consecuencia una menor demanda por nuestros commodities (minerales) y por lo tanto una reducción en los precios record que se han registrado este año. Parte de esta historia ya se está observando. Hace meses el oro, el cobre, el zinc y otros commodities registraron sus niveles record. Hoy todos están de bajada y se anticipan mayores reducciones. Para nadie es un secreto que las arcas fiscales sentirán el impacto de esta reducción en los precios de los minerales que exportamos de la misma forma como han gozado de los años de buenos precios. La participación de la recaudación minera pasó de ser sólo 5 por ciento del total de la recaudación a casi el 20 por ciento. Estos números no son poca cosa. Enfrentar una caída de más de 10 por ciento de los ingresos fiscales no es fácil administrar, menos aún cuando a nuestros países se nos suele cerrar las puertas del endeudamiento externo en los momentos en que más los necesitamos.

¿Qué clase de paraguas se puede comprar cuando dejan de llover buenos precios para nuestras exportaciones? Una opción es la versión frugal de la política fiscal. Es decir, ahorrar los dineros extras en lugar de gastarlos conscientes que luego vendrán momentos de necesidad. Para ello se puede actuar obligando a las autoridades a actuar de esa manera por ley. Es decir, incluir en la ley de prudencia fiscal -en lugar de la ignorada regla de que el gasto puede aumentar no más de 3 por ciento- que lo que se puede gastar sólo son aquellos ingresos que no son fruto de un ingreso temporal como por ejemplo unos buenos precios de nuestros metales. El problema de esta opción es que hace falta que el Estado quiera cumplir dicha ley. ¿Usted conoce a un político frugal?

Otra opción es utilizar el mercado de deuda. Para ello se podría emitir títulos de deuda cuya tasa de interés esté vinculada al valor de nuestras exportaciones, aunque también podría ser a nuestra tasa de crecimiento. De esa manera si al Perú le va mal automáticamente el fisco tiene un respiro por el lado del financiamiento pues el costo de atender los pagos de nuestra deuda se reducen. Ante una reducción temporal de los ingresos fiscales lo que generamos es una reducción automática en los gastos financieros. De la misma manera, si nuestra economía estuviese disfrutando años buenos, y por lo tanto ingresos fiscales temporalmente altos podríamos pagar mayores gastos financieros sin tener que reducir los gastos fiscales en otros rubros. Lo bueno es que en esta opción, no se necesita que la autoridad quiera ahorrar, pues el mecanismo es automático.

Publicado en El Comercio, Junio 22, 2006

Thursday, June 15, 2006

Administrar el auge

Perú y Chile al igual que varios países emergentes ricos en recursos minerales han gozado estos últimos años de una extraordinaria situación. Los precios de los minerales se han multiplicado permitiéndole a cada uno de los dos Estados -aunque de manera distinta- gozar de una cómoda situación fiscal. La semana pasada el ministro de Hacienda chileno se esforzaba en hacerles entender el sentido de la palabra auge a sus compatriotas. Y lo que dijo vale para nosotros también. En la propia definición de la palabra auge está el hecho de ser un evento extraordinario, temporal, pasajero. Pues un auge es un momento de mayor elevación según la Real Academia. Y como decía el refrán, todo lo que sube tiene que bajar.

El problema es que administramos los auges como si fueran eventos permanentes. Nos creemos que hemos sido bendecidos eternamente y por un lado los gobiernos quieren tirar la casa por la ventana, mientras que por el otro lado, un montón de gente quiere que le den la ventana y toda la casa si es posible. La lista de los que sienten que deben ser atendidos se hace interminable. Y tal como lo ha gozado en carne propia esta semana la presidenta chilena, es políticamente muy dificil ser fiscalmente responsable. Eso de guardar pan para Mayo o el cuento bíblico de tiempos de vacas flacas y gordas no lo quiere oír nadie que está pidiendo ser uno de los beneficiarios del auge.

Como consecuencia de ello la política fiscal se vuelve en un instrumento que en lugar de hacer que la economía transite suavemente, termina siendo más bien la razón de porqué nuestra economía se vuelve una suerte de montaña rusa. Creamos y cobramos más impuestos sin preocuparnos de reducir los gastos y nadie se incomoda cuando el MEF incumple otra vez más la regla de no aumentar el gasto no financiero en más de 3 por ciento al año. Para algunos esto se resuelve con castigos. Para mi esto no es así. Los castigos los tendrán que aplicar los congresistas quienes son los primeros interesados en utilizar políticamente ese poder sancionador. Si el Congreso fuese controlado por el Ejecutivo entonces siempre habrá una buena excusa o dos para decir como suele hacerlo la selección de fútbol “hicimos todo lo que se pudo, inclusive jugamos bonito, pero perdimos”. Si el Congreso es como el de ahora o como el que viene donde no hay una mayoría oficialista entonces la oposición estará de acuerdo en darle la excusa al Ministro gastador siempre y cuando incluya algunas de sus sugerencias sobre a quienes destinar el gasto extra.

Lo que se requiere es que la política fiscal sea contracíclica aunque no lo quiera ni el MEF ni el Congreso. Es decir, que el Estado actúe como lo haríamos nosotros si nos encontramos una plata extra que sabemos que no estará siempre. La receta para muchos es poner esto en forma de ley. Eso no basta. Las leyes necesitan tener los incentivos correctos para que la gente las cumpla. De otro modo, serán ignoradas, excusadas o terminarán siendo modificadas. Creo que sería bueno pensar en que parte de nuestro problema es que como país enfrentamos tormentas fiscales pero nunca nos compramos paraguas. La próxima semana les trataré de vender un paraguas fiscal para este tipo de tormentas. Sólo les recuerdo que el precio de los paraguas es mayor cuando ya está lloviendo.
Publicado en El Comercio, Junio 15, 2006

Thursday, June 08, 2006

El sur tambien existe

El domingo pasado, mientras terminábamos de hacer el conteo de votos en mi mesa y enterados de los resultados, recordaba los gritos de mediados de los ochenta “y va a caer, y va a caer...”. Al enterarme del desagregado de votos, la canción de Serrat pasó a ocupar mis pensamientos.

A diferencia de su primer gobierno, el Presidente García enfrenta una holgada situación macroeconómica, pero una complicada situación política. Esta vez, no tendrá una mayoría en el Congreso que quiera respaldar sus acciones. Tendrá, en vez de Sendero y sus cobardes bombas, el constante reclamo callejero del cual Humala quiere hacerse dueño buscando conservar los votos hasta las elecciones regionales de noviembre. Tendrá una oposición que al menos en un inicio tendrá que luchar entre no ser vista como rabiosa ni tampoco como excesivamente generosa si es que no quiere desaparecer en noviembre.

Lo más significativo de la elección del domingo es la clara división de los votantes en el mapa peruano. Aunque a primera vista uno podría pensar que los votos de Humala están estrechamente relacionados a aquellas zonas más pobres, estadísticamente la correlación no resulta tan alta. Esta incapacidad de García y el APRA de ganar en donde tenía a su cargo el gobierno regional muestra su pobre capacidad de gestión. Y esto es lo más llamativo pues la estrategia electoral de Humala resulta clara a partir de ahora. Su peso político y su vigencia en el debate se mantendrán en tanto tengan en jaque a García.

La pregunta del millón que los miembros del equipo económico del APRA y sus invitados se hacen es cómo generar pronto una sensación de que algo se está haciendo en esas zonas más pobres del sur andino. ¿Cómo hacer para que dichas poblaciones sientan que las cosas empiezan a cambiar y el gobierno en su conjunto está procurando reducir de manera permanente los niveles de pobreza y marginación? ¿Deberíamos repensar por completo las políticas sociales? Si uno da una mirada a los últimos 15 años encontrará que éstas han sido básicamente ineficaces para reducir sostenidamente la pobreza. No será acaso que los países sólo reducen sus niveles de pobreza cuando adoptan políticas que impulsan un crecimiento sostenido. Muchos críticos de este gobierno señalan que crecimos 20 por ciento pero la pobreza no se redujo en nada. En realidad la pobreza migró huyendo de la pobreza del campo a la ciudad. Es decir, hoy Lima tiene un sector más amplio de personas en extrema pobreza, mientras que en las zonas rurales más familias pobres han podido reducir sus niveles de pobreza extrema. Eso ha sido posible porque el mercado de trabajo es plenamente flexible en dichas zonas.

El presidente no debe confundirse y buscar asignar más y más recursos a dichas zonas. Muchos de estos recursos irán a circuitos con tantos hoyos en el camino que será poco el impacto final de su entusiasmo. El lema debería ser “inaugurar menos y confiar más en la potencia del mercado”. La tentación por generar resultados y por hacer sentir que el sur también existe será enorme. El presidente necesita transmitir que estos cambios sólo se darán en tanto buenas políticas se apliquen de modo persistente.


Publicado en El Comercio, Junio 8, 2006

Thursday, June 01, 2006

Chocar contra un poste

No sé cuantos de ustedes han chocado contra una combi o un bus de servicio público. Me pasó la semana pasada y recién me enteré en la comisaría y tras conversación con el representante del seguro que básicamente había chocado contra un poste. Nada de lo que hiciera en la comisaría haría que el individuo que manejaba el bus me pague por más que el tenía toda la culpa. Es decir había chocado contra un poste y encima uno misio. Les cuento esta historia porque conversando con muchos amigos tengo la impresión de que este domingo una buena parte del electorado siente que va a votar con ese mismo espíritu. Vamos a votar sabiendo que en realidad nos vamos a chocar contra un poste. Es obvio que no es lo que queríamos hacer, pero igual terminamos empotrados. Al final, el poste no nos devolverá los daños ocasionados y poco o nada ganaremos discutiendo quien tuvo la culpa.

Desde el lado de García y su aprismo sin APRA, resulta difícil de creer que el ex presidente sea capaz de mantener a raya a sus correligionarios que extrañan la miel del poder desde hace más de quince años. Además, resulta difícil de creer que Alan ya no es Alan. La semana pasada me refería a la propuesta de Humala de nacionalización con la metáfora del caramelo. Sobre García uno podría decir que hoy nos trata de vender su credibilidad a toda costa como si fuera un chicle. El problema es que la envoltura es nueva pero el contenido no. Chicle masticado no es lo mismo que chicle nuevo. Nos pide confiar en que no serán técnicos apristas los que conduzcan las principales decisiones sino técnicos con capacidad de decirle que no. Es decir, será un gobierno del APRA sin el APRA. ¿Y como toma esto el APRA?

Desde el lado de Humala y su ejército nacionalista, nos intentan vender el cuento que los inversionistas están dispuestos a ganar la mitad, a seguir las decisiones del gobierno en lugar de ellos administrar sus empresas y que no habrá batalla legal de por medio. Humala anima a los peruanos a empujar un auto sabiendo que va a chocar contra el poste. Si no funciona la receta le echará la culpa al poste por cruzarse en su cruzada nacionalista. La idea era que más peruanos se suban al auto del desarrollo no que vayamos rompiendo todo lo que está a nuestro paso en el intento.

Finalmente, esta semana tendré que ir al taller y pagar de mi bolsillo los daños causados por la irresponsabilidad de aquel conductor. Después del domingo pasaremos del tiempo de las propuestas a las acciones. Frente a los dos posibles escenarios no nos queda como ciudadanos sino mantener una actitud vigilante pero creo que es importante buscar de apoyar a quien resulta electo. El Perú no está pasando hoy por una crisis. Sin embargo, el Perú necesita realizar una transición de una situación en la que una amplia mayoría de la población no encuentra oportunidades a una en la que éstas se empiezan a abrir. El Perú necesita de un mejor Estado, no necesariamente de uno más grande o visible. El Perú necesita de todos sus ciudadanos y no sólo de los que tengan carné partidario. El 4 de junio decidiremos quien propondrá los cambios y las formas de llegar a nuevos objetivos. Pero ninguno de los candidatos podrá hacer lo que han propuesto por sí solos. Necesitamos buscar construir juntos el futuro y abandonar el absurdo enfrentamiento verbal de esta semana. El Perú sin duda es más grande que sus problemas.

Publicado en El Comercio, Junio 1, 2006